Alcatraz, de prisión temida a lugar de selfies

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CIUDAD DE MÉXICO

El sistema judicial estadunidense notó que Alphonse Gabriel Capone, mejor conocido como Al Capone, llevaba una vida relajada en una prisión en Atlanta y decidió trasladarlo a la prisión de máxima seguridad, la más temida en la década de los 30, Alcatraz, en una isla en medio de la bahía de San Francisco, California.

Para el capo de la Cosa Nostra, estar en Alcatraz desde 1936 era pagar por todos sus crímenes, aunque el gobierno estadunidense sólo pudo probarle evasión fiscal. 

Dicen sus biógrafos que una carta que el mafioso escribió a su hijo desde Alcatraz mostró el lado humano de Capone, porque Alcatraz le influyó en el ánimo.

Capone fue uno de mil 574 criminales estadunidenses que, por su peligrosidad, fueron enviados a Alcatraz, la prisión que desde el embarcadero de San Francisco se veía a la distancia oscura, húmeda y fría entre una habitual neblina de la bahía.

La Roca, como también se conoce, fue primero un cuartel y luego una prisión militar, hasta que en 1933 pasó a manos civiles. Al tomarla, el Departamento de Justicia, del que dependen las prisiones, consideró a Alcatraz por su ubicación, en medio de aguas a menudo heladas, como la prisión perfecta para los presos incorregibles.

Los criminales más notables que a partir de entonces purgaron ahí sentencias tenían historiales similares a Capone, como George El ametralladora Kelly, Robert El Pajarero Stroud, Arthur El Doc Barker y el latino Rafael Cancel Miranda.

A la fama que la prisión tuvo por los personajes que encerró, se sumó la fama de que era imposible escapar de la cárcel construida con piedra en la isla.

Durante décadas hubo varios intentos, uno de ellos armado porque los reos se amotinaron y consiguieron quitarle su arma a un celador. En otra ocasión, cuatro presos lograron salir de la isla, pero dos perecieron antes de llegar a la orilla y los otros dos fueron arrestados en cuanto pisaron tierra continental.

Durante las casi tres décadas que Alcatraz, en la isla del mismo nombre, sirvió como prisión de alta seguridad, sólo en una ocasión —en 1962 poco antes de que dejara de usarse como cárcel— un cuarteto de reos desapareció de la isla, aunque nunca se supo si en realidad logró escapar.

La prisión cerró en 1963 porque resultó incosteable para el gobierno estadunidense.

La decisión la había tomado el Departamento Federal de Prisiones tiempo antes de que el cuarteto de presos desapareciera.

 

Aguas heladas rodean la prisión de Alcatraz, ubicada en la isla con el mismo nombre y que se distingue por su enorme faro. Foto: Especial

 

LLEGÓ LA FAMA

Aunque el reclusorio cerró, con el tiempo la fama de Alcatraz se incrementó. Hollywood comenzó a producir éxitos cinematográficos sobre fugas fantásticas de la prisión infranqueable, o relacionadas con la vida que se lleva en la cárcel.

Apenas cerró, se estrenó la película El Pajarero, la historia de Robert Stroud, quien literalmente criaba pájaros, en especial canarios, que llegaban por su ventana.

Clint Eastwood protagonizó en 1979 la cinta Escape de Alcatraz. Personificó al preso Frank Morris, quien presuntamente dirigió el intento de fuga en 1962.

Fue la continuación de películas que habían comenzado en 1937 y 1938 con Isla de Alcatraz y El Rey de Alcatraz.

La más reciente y una de las más famosas fue La Roca, como referencia a la prisión de piedra, con Sean Connery, Nicolas Cage y Ed Harris.

La fama acrecentada con películas comenzó a atraer al público que quería conocer lo que por mucho tiempo se llamó la isla endemoniada.

El Departamento de Justicia pasó la isla al Departamento de Parques Nacionales y Recreaciones, que ahora comparte con California el turismo a la antigua prisión.

Visitantes de todas partes del mundo llegan en el famoso tranvía de San Francisco al astillero 33 o se estacionan en un amplio espacio con capacidad para miles de autos, para abordar un crucero que los lleva en paseo alrededor de Alcatraz antes de descender en la isla.

En el recorrido interno, los turistas usan un sistema de audífonos con el que escuchan voces de celadores o carceleros y las voces que cuentan historias de presos que ocuparon celdas. El precio de los tours oscila entre 100 y 290 dólares.

De ser la prisión más oscura y temida en el país, Alcatraz ahora es objeto de selfies y postales.





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