13 de Octubre de 2018
Estas fechas FIFA son un suplicio, no le interesan a nadie, los clubes están rezando para que ninguno de sus jugadores se lesione y a la gente cada día le interesan menos.
En Monterrey fracasaron montando un show contra Costa Rica, en el que la noble afición del norte ya no mordió el anzuelo. Partido que no sirvió para nada más que para ver a Keylor Navas, el mejor futbolista de la Concacaf, le duela a quien le duela.
Y, por supuesto, para seguir facturando y facturando más y más, y desgastando la marca a más no poder.
Ahora, habrá que ver si contra Chile, en Querétaro, el partido tiene más sentido con otro tipo de futbolistas que son figuras en diferentes clubes de Europa.
El Tuca, harto de la Selección, está esperando que su interinato ya se termine y rogando por regresar de tiempo completo a Tigres, donde sí es feliz.
La Federación, haciendo llamadas y entrevistas para ver quién quiere tomar la Selección, pero parecería que el puesto se ha vuelto un lugar sin interés para entrenadores de cierto renombre.
Y para terminar de arruinar la semana, el señor Bonilla, quien es el títere de los dueños, se tiró la puntada de anunciar en Londres que estamos buscando hacer una liga contra equipos canadienses y norteamericanos para, de una vez por todas, decirle adiós a la Copa Libertadores y así seguir facturando y facturando.
Una pena, una tristeza, un retroceso terrible para un futbol que de pronto se fue de la Copa América y la Copa Libertadores, dejándonos fuera de competencias que nos hacían crecer y madurar.
Las mujeres quedaron fuera del Mundial, luego de haber perdido con Panamá el partido definitivo, y eso que los directivos se esforzaron en hacer una liga que tenga competencia cada fin de semana.
Terrible fracaso el de la Femenil que, por lo menos, tendría que haber pasado de ronda y jugarse el pase ante potencias como Canadá o hasta Estados Unidos.
Pero no, ni siquiera se llegó a la siguiente ronda.
¡Qué semanita para el futbol mexicano!
La pobre gallina de los huevos de oro ya está cansada y nadie se quiere dar cuenta.
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