Clasismo infinito 2019/04/07 | Excélsior

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07 de Abril de 2019

Que no se atreva un pobre a recibir dinero para ir a la escuela. ¡No! Que no se atreva a mostrarlo en redes, y mucho menos si es con una foto de “mal gusto”. Que no se atreva, porque si lo hace, los más privilegiados lo humillarán. Lo llamarán muerto de hambre. Se burlarán de los productos que supuestamente consume. Así es México, el país del clasismo infinito.

Esta semana se viralizaron en redes sociales las fotografías de varios jóvenes que mostraban el dinero que recibieron de la Beca Benito Juárez.

Las imágenes desataron la ira y clasismo de miles de mexicanos. Los mismos que, por cierto, no dicen nada de que ese mismo abanico de billetes (pero en dólares o euros) les llegue a quienes están estudiando maestrías y doctorados en el extranjero.

Seamos claros: hay muchas cosas que deben mejorar en los programas sociales de Andrés Manuel López Obrador, pero la reacción racista, clasista y colérica que vemos en las redes hacia los beneficiarios de las Becas Benito Juárez no se trata de eso. Se trata de un enojo irracional hacia darles dinero a los pobres sin que estos sufran.

A mí, el CONACyT me depositó mensualmente dinero para estudiar mi doctorado en el extranjero ¿Alguien me humilló por extender la mano? ¿Alguien alguna vez cuestionó cómo usaría yo ese dinero? No. Nunca. Nadie.

Hay varias formas en las que se está justificando el clasismo.

Primero, están los que dicen que “esto es asistencialismo”. Esto no es cierto. El asistencialismo se entiende generalmente como “dar pescado sin enseñar a pescar”. Bueno, pues, por definición, las becas escolares no son asistencialismo. Se están entregando precisamente para que los beneficiarios puedan “aprender a pescar”, es decir, ir a la escuela.

Segundo, están los que dicen que las becas se les deberían dar solo a los que tienen calificaciones de excelencia. Esto no es cierto tampoco. Hay amplia evidencia de que las calificaciones están relacionadas, no sólo con el esfuerzo individual, sino con las condiciones de vida de los estudiantes y sus padres. Un niño necesita de apoyo, alimentación y educación en casa para poder tener mejores notas. Claro, hay casos excepcionales en los que esto no se cumple, pero, en promedio, uno de los indicadores que más se relaciona con el “buen aprovechamiento escolar” es la educación de los padres y la importancia que estos le dan a la escuela. Ningún niño elije los padres que le tocan. Por ello, ningún niño puede ser castigado por no tener condiciones para la excelencia.

Tercero, están los que dicen que se debe condicionar el gasto de la beca a la compra de útiles escolares y transporte. Esto es sólo parcialmente cierto. Existe amplia evidencia de que, cuando la gente recibe dinero público, la gran mayoría de las veces lo ocupa para lo que se les dijo (ir a la escuela) no para comprarse bienes de lujo. Más aún, si algunas veces los pobres compran productos que no son considerados de primera necesidad, esto puede ser un incentivo que los motive e impulse a querer ganar más dinero propio.

Una mejor distribución del dinero de las becas tendría que venir con pláticas informativas a los jóvenes que lo reciban, y claramente no ser dado dentro de una tienda que pertenece a uno de los empresarios aliados de AMLO.

Finalmente, están los que dicen que está mal que se gaste en becas porque se debería estar gastando en otras cosas. Esto es una falacia lógica. El que no se gaste en otras cosas no implica que esté mal dar becas a los estudiantes de preparatoria. En el mundo ideal se debería gastar en becas y en otros asuntos también. No se puede todo porque este país se ha construido a partir de un pacto silencioso con las élites. El pacto de no cobrarles impuestos a cambio de tener el poder político. Es por ello que México recauda 10 puntos de PIB menos que países como Brasil, y mucho menos que los países de la OCDE. AMLO hizo ese pacto también.

Para que los programas sociales de AMLO contribuyan verdaderamente con la justicia social deben crearse reglas de operación para que el dinero llegue “primero a los pobres” y no “primero a los morenistas”. Sí.

Todas las carencias, todas las faltas que el gobierno ha cometido no justifican de ninguna forma la humillación a la que han sido sometida los beneficiarios de las becas. Así, esta carencia no justifica humillar a los beneficiarios de las becas.





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