Conacyt destaca avance en la entrega de becas

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CIUDAD DE MÉXICO.

En las mejores universidades del mundo y México actualmente hay más de 60 mil mexicanos en busca de posgrados en ingeniería, ciencias sociales, biología, química, fisico-matemáticas, medicina, humanidades, biotecnología y ciencias agropecuarias.

Enrique Cabrero, director del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), en un balance del sexenio que termina mañana, informó en entrevista con Excélsior que de las 450 mil becas que la institución ha dado desde su fundación en 1971 a la fecha, 200 mil se otorgaron en los últimos seis años.

Éste, dijo el funcionario federal, es un dato relevante porque México no podría aspirar a entrar a una sociedad del conocimiento sin capital humano altamente calificado.

“México es un país que necesita más doctores y maestros, más especialistas en los diversos campos del conocimiento, por eso al rubro de becas se le dio una gran prioridad, a pesar de que en los dos últimos años bajó el presupuesto de Conacyt debido a los ajustes presupuestales”, destacó.

Indicó que destinar el 1% del Producto Interno Bruto (PIB) de México a la investigación en ciencia y tecnología sigue siendo un pendiente. Esta administración logró, aproximadamente el 0.51% debido, a que la inversión privada no creció a la velocidad que se tenía previsto.

La proyección al inicio de esta administración fue que si el gobierno federal duplicaba la inversión a lo largo de seis años y el sector privado hacía el esfuerzo de triplicarla, sería posible llegar al 1% del PIB.

El indicador duro Gasto en Investigación y Desarrollo Experimental (GIDE), que es el reconocido internacionalmente, al inicio de la gestión se ubicó en 0.49%, en 2014 pasó a 0.54% y al término del sexenio, de acuerdo con el cálculo bajó de entre 0.50 y 0.51 por ciento del PIB.

“El gobierno federal casi duplicó la inversión a lo largo del sexenio y la inversión privada se mantuvo constante. La inversión pública anual fue de entre 87 y 90 mil millones de pesos, pero el sector privado invirtió una tercera parte de ese monto, por eso en el indicador GIDE nos quedamos cortos”.

Aunque lo malo fue no poder cumplir el primero de los cinco grandes objetivos del Programa Especial de Ciencia y Tecnología de invertir el 1% del PIB, el lado positivo para Cabrero fue que al mismo tiempo, el gobierno de Enrique Peña Nieto logró la más alta inversión en precios reales en la historia del país.

“Tuvimos una inversión 50% mayor de la que se tuvo en el sexenio anterior y 70% superior a la que se tuvo hace dos sexenios. No podemos quedarnos sólo en el tema del 1%, tenemos que reconocer que la inversión que se logró en este sexenio fue inédita y eso deja un compromiso muy interesante hacia adelante para todos los actores del sistema respecto a continuar con la aspiración del 1% del Producto Interno Bruto”.

Con los recursos presupuestales destinados durante este sexenio, que fueron de más a menos, Conacyt logró cumplir las expectativas en los otros cuatro objetivos del Programa Especial de Ciencia y Tecnología.

En el segundo, referente al capital humano, se ampliaron las becas para posgrados en las mejores universidades del país y del mundo, pues en estos seis años se otorgaron 200 mil de las 450 mil que se han dado en 47 años de vida del instituto.

Enrique Cabrero detalló que en el rubro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) se logró un incremento de alrededor del 40%, con lo cual el sexenio cierra con más de 28 mil miembros.

Y como cada vez hay más interés en la ciencia, Conacyt creó el programa Cátedras de Jóvenes Investigadores.

Recordó que no fue sencillo convencer a las autoridades de la Secretaría de Hacienda para crear nuevas plazas para esos jóvenes investigadores. Así, Conacyt al ser el contratante directo, garantiza niveles de exigencia y tiempo completo.

“El programa es muy aceptado por las universidades y los centros de investigación del país… Creo que los próximos premios Nobel que tenga México van a venir de esta camada de jóvenes investigadores”.

A la fecha hay más de mil 500 jóvenes investigadores y se espera que el programa continúe creciendo.

Sin dudarlo, Cabrero dijo que el capital humano fue una de las grandes aportaciones que hizo este sexenio.

Para el tema del desarrollo regional —el tercer objetivo—, desde el inicio de esta administración, se recorrieron las 32 entidades federativas para ubicar las capacidades en cada una de ellas y así poder definir sus especialidades.

De esta manera, indicó, Conacyt apoya a las entidades, pues hoy se tiene muy claro cuáles son las siete donde se genera el conocimiento relacionado con el sector manufacturero automotriz; las cinco donde está el sector aeronáutico; las 15 donde se desarrolla la biotecnología agroalimentaria; las ocho donde trabajan las energías renovables, entre otras vocaciones.

El cuarto objetivo es la vinculación con el sector productivo, lo cual, explica Cabrero, es el centro de la economía del conocimiento, pues no existe un solo país que solamente con financiamiento público logre avanzar en ciencia y tecnología.

“Los países que han logrado que el sector empresarial se involucre de lleno son los que están avanzando, como Corea del Sur, Finlandia y China, entre otros”.

Dijo que es la mejor forma de apalancar el desarrollo para tener una economía más competitiva y de mayor crecimiento en sectores de vanguardia.

También se continuó con el Programa de Estímulos a la Innovación que Conacyt ya aplicaba desde hace 10 años.

Con estos apoyos, resaltó, las empresas se atreven a hacer innovación, porque invertir en este rubro representa un riesgo.

El último de los objetivos es Infraestructura y de acuerdo con Cabrero, la inversión realizada en este rubro en los últimos seis años es la más grande que se ha hecho.

Enrique Cabrero tiene una preocupación. Dijo que para hacer de la política de ciencia y tecnología una palanca de desarrollo, crecimiento y bienestar tiene que haber una visión de largo plazo.

Recordó que en este último año, el Presidente envió una iniciativa para reformar la Ley de Ciencia y Tecnología para incorporar una visión de largo plazo de 20-30 años, pero desafortunadamente no alcanzó a ser aprobada.

Espera que los nuevos legisladores se atrevan a retomarla, pues para que México pueda despuntar como lo han hecho otros países emergentes, se requiere trabajar con una visión de largo plazo, “porque son muy cortos seis años para la política de ciencia y tecnología”.





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