CIUDAD DE MÉXICO.
Cada vez que estamos al volante de este legendario vehículo nos volvemos emocionar, tanto como la primera vez que nos subimos a un Dodge Challenger, incluso un poco más, pues el entusiasmo que ahora nos provoca encontrar en qué ha cambiado nos hace afinar los sentidos y salivar como si estuviéramos frente a un suculento filete; en nuestra cabeza suena la canción de Good Ol’ Boys, esa con la que empezaba la serie de los Dukes de Hazzard, tal vez una de las mayores culpables de que nos gusten tanto los autos: Just the good ol’ boys, Never meanin’ no harm, Beats all you never saw, Been in trouble with the law, Since the day they was born… con los peculiares sonidos de la música country de acompañamiento.
Sólo el estruendo que genera el poderoso rugir del V8 HEMI supercargado de 6.2 litros que hay bajo el cofre le baja el volumen a nuestros recuerdos, y es que alguien decidió que 707 caballos de fuerza ya no eran suficientes para este muscle car y le puso más proteína, así que ahora esta máquina grita con diez caballos extra, que ajustan la cuenta a 717, un agradable acto del que nadie puede quejarse, nadie, como cuando le ponen helado extra a tu copa, cómo negarse.
Así que con esa dosis extra de poder salimos a dar la vuelta. Apenas encontramos la vía libre, pisamos el acelerador con decisión, la reacción no se hizo esperar y el auto se desacomodó de la parte trasera, como cuando el perro que sacas a pasear comienza a controlarte a ti y no tú a él; de inmediato recordamos que a este acelerador hay que tratarlo no sólo con cariño sino también con respeto, pues en caso de no hacerlo, la reacción puede volverse nerviosa y con facilidad el auto tiende a cruzarse, como si el eje trasero quisiera ganarle al delantero.
Rápidamente acomodamos el auto, inyectando menos gasolina y corrigiendo sutilmente la trayectoria con el volante, mientras recapacitamos que en el bolsillo del pantalón teníamos la llave roja, la clave para liberar el total de los fondos disponibles: 717 caballos. A los niños sólo se les presta la llave negra, la cual limita el poder a poco más de 500 hp, pero nosotros traíamos la de clasificación D.
Cuando se sabe controlar y predecir la reacción del eje trasero, dotado del poder de un súper deportivo, la experiencia se vuelve extraordinaria, y lo comprobamos en la carretera federal que conecta a Cuernavaca con la Ciudad de México, en el regreso del primer fin de semana largo del año, donde las circunstancias nos obligaron a ejecutar toda clase de rebases y maniobras, para intentar llegar a Excélsior Televisión a contarles de nuestra prueba de manejo.
Las cerradas curvas y los constantes cambios de elevación nos permitieron comprobar que el trabajo hecho por la electrónica y las asistencias que los ingenieros de FCA pusieron en este Hellcat lo transformaron en una verdadera delicia para los amantes de la potencia, pues es posible no sólo controlar sino también tener el control de todo el poder.
La experiencia que le dio a Dodge el desarrollo del Challenger Demon de 840 caballos de fuerza, sirvió para que algunas mejoras de aerodinámica como la doble entrada de aire funcional del cofre, las salpicaderas más anchas, llantas más anchas (305/35ZR20) montadas en rines superligeros de 20 pulgadas y una privilegiada rigidez estructural del bastidor, ayuden a mejorar el comportamiento de la más reciente actualización del Challenger Hellcat.
Para administrar el empuje y la potencia de este auto, la marca incorporó la mejorada transmisión automática de ocho velocidades Torqueflite 8HP90, cuya principal virtud es la de ofrecer un alto desempeño y una capacidad para soportar las elevadas curvas de potencia y torque del motor Hellcat. De tal suerte que cerca de la quinta marcha y hasta la octava velocidad, las relaciones están diseñadas para mejorar tanto en refinamiento para efectuar cambios de velocidad más suaves, que cuando se tiene tanto poder, la idea es poder exprimirlo de la mejor forma posible.
Cuando se trata de sacar el mayor empuje en una menor distancia, como la que nos proporciona una carretera federal, esta transmisión nos ayudó a exprimir el potencial del nuevo Hellcat sin poner en riesgo la sustentabilidad de Challenger entrando y saliendo del carril.
Además, para aprovechar el aire de mejor forma, en este nuevo Hellcat se modificó el air catcher con faros iluminados (faros huecos que dejan pasar el viento hacia el radiador), que llevan el aire directo al poderoso motor, así como un splitter delantero y spoiler trasero SRT, que ayudan a mantener el auto pegado al piso.
La cereza del pastel llega de la mano de una suspensión que le permite a este auto tener la funcionalidad de ser un auto de calle, un deportivo o un auto de carreras, gracias a los modos Street, Sport y Track, en los que es posible regularla, junto con otros reglajes del vehículo para ajustarlo a nuestra preferencia en cada momento.
Es ridículo pensar en los consumos de combustible a bordo de un muscle car de estas características, sin embargo hasta eso y el sistema de infoentreteniento con pantalla táctil de 8,4 pulgadas, que es de lo mejor del mercado, son parte de una reestructuración en la que fueron cuidados hasta los más mínimos detalles en cuanto a ensambles y materiales, para que ningún deportivo alemán pudiera hacer quedar mal a esta obra maestra, que ya hubieran querido tener en sus manos los primos Bo y Luke Duke.