Padres de familia, pacientes y maestros del Cisame protestaron el martes para exigir recursos del gobierno federal / Foto: Daniel Betanzos/Archivo
CIUDAD DE MÉXICO.
A los seis años Julián era un misterio para su familia. Sus papás no sabían qué ocurría en su hijo para que fuera incapaz de comunicarse e interactuar con los demás como lo hacían los niños de su edad.
Su mamá, Nancy Fabiola Reyes Valentín, quien se dedica al comercio en Chimalhuacán, aseguró que las carencias económicas y el desconocimiento fueron limitantes para ir a servicios médicos privados y conocer qué ocurría con su hijo.
La familia encontró en el Centro Integral de Salud Mental (Cisame) las repuestas a sus dudas. Julián fue diagnosticado con Trastorno del Espectro Autista con intensidad leve. Gracias a esta respuesta y dos años de terapia su hijo, de 8 años, puede interactuar mejor con otros niños y sus con papás.
Mi hijo habla un poco más, se expresa en la escuela, hemos visto muchos cambios en su vida y no queremos que cierren el Cisame por falta de dinero, sería una condena para mi hijo”, lamentó la mujer.
Para Fabiola, el cierre de este centro de salud mental sería una condena para su hijo, al no poder pagar terapias y medicamentos.
Apoyo a más grandes
Un accidente ocasionó que Gilberto Ramírez tuviera hernia discal. El quedar incapacitado derivó en que desarrollara una fuerte depresión.
El hombre, quien se dedicaba a trabajos de limpieza consideró que su vida estaba acabada, hasta que llegó al Cisame por recomendaciones. Allí, los especialistas lo apoyaron con terapia y tratamiento médico sin ningún costo, lo que considera salvó su vida.
Yo estaba en el hoyo y ahora estoy muy bien. Me han ayudado a salir adelante de mi depresión”, dijo convencido el hombre de 45 años.
Para él, este centro no sólo es una esperanza para niños con trastornos o condiciones mentales, también es para los adultos que no cuentan con recursos para atenderse.
AMU
