El tema migrante se impuso

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Virginia Bautista

CIUDAD DE MÉXICO.

El exilio y la migración son dos fenómenos globales que afectan al mundo, con características propias en cada país, asegura el escritor cubano Leonardo Padura (1955), quien aborda en su nueva novela la diáspora de su generación, los artistas e intelectuales que salieron de la isla durante los años 90 del siglo pasado.

No es el exilio histórico cubano que se concentró en Miami, sino uno que tiene características diferentes, muy específicas, pues fue un movimiento que se diseminó por diversas naciones. He estado trabajando en Estados Unidos (Washington y Florida), Puerto Rico, España y Argentina (Buenos Aires)”, adelanta el ganador del Premio Princesa de Asturias de las Letras en 2015.

Dice que es una historia muy complicada, pues para darle vida debió entender “los avatares de un exilio que mezcla lo político y lo económico con lo familiar. Es totalmente distinto del histórico, cuyos motivos fueron políticos o económicos únicamente”.

El autor de las tramas policiacas protagonizadas por el detective habanero Mario Conde confiesa que la novela que ahora lo ocupa era algo pendiente que “traía por dentro”, que quería escribir. “La he comenzado más rápido de lo que me imaginaba, porque cuando termino un libro dejo pasar uno o dos años para empezar otro, hasta sentirme lejos del anterior. Pero esta trama se me ha impuesto”, añade.

Padura admite que el intenso crecimiento que enfrenta hoy en día el fenómeno migratorio aceleró sus deseos de trabajar en su nueva novela. “Me intriga lo que significa dejar el lugar al que uno pertenece para buscar otro”.

En México, reconoce, se vive el avance de las caravanas de migrantes centroamericanos hacia el norte. “Es un episodio que, al final, beneficiará sobre todo al presidente Donald Trump, porque se le está dando pretexto para hacer su muro, pues ve a los migrantes como una invasión. La relación de México con Estados Unidos será la más afectada. Se está creando un enemigo externo y éste, para cualquier gobierno, vale oro”.

El autor de El hombre que amaba a los perros (2009) está consciente de que la ficción no puede pretender acompañar de inmediato a ningún proceso político. “La literatura tiene su propio tiempo; por lo general, habla de lo permanente y la política es contingente. Debe ser muy cautelosa en ese sentido. El escritor vive como ciudadano una realidad, pero la creación tiene otras características”.

Por ejemplo, especifica, las letras cubanas de los últimos 30 años han sido muy reflexivas respecto a su realidad. “En los años 70 se pretendió escribir un ‘realismo socialista tropical’, una especie de literatura de complacencias y apoyo al sistema político.

Pero, a partir de los 80, la generación que tiene 60 años, la mía, mostró una visión diferente en sus obras, en las que atendía más las necesidades literarias que el compromiso social. Y en los 90 surgió una visión crítica de la realidad, que se mantiene”, indica el también periodista y guionista.

 

Academia y lenguaje

 

Hace un mes, el 26 de noviembre, Padura ingresó a la Academia Cubana de la Lengua Española con el discurso titulado ¿Para qué se escribe una novela?, texto que formará parte del libro de ensayos Agua por todas partes, que se publicará en 2019, adelanta.

Es un recorrido por mi relación con el arte de escribir novelas. El título evoca el primer verso del magno poema de Virgilio Piñera La isla en peso, que comienza hablando de ‘La maldita circunstancia del agua por todas partes…’; éste es quizá uno de los dos versos más famosos de la literatura cubana, junto con el Cultivo una rosa blanca…, de José Martí. Es una declaración del carácter insular que ha caracterizado a Cuba, pero también una apuesta por la universalidad”, explica.

El también especialista en beisbol, música afroantillana y autor de La transparencia del tiempo (Planeta), novela que vino a promover a México, admite que su ingreso a la Academia lo hace reflexionar más sobre su relación con el lenguaje, sobre las palabras que usan sus personajes, quienes viven en la realidad de la calle.

La lengua es un organismo vivo que se hace en su cultivo. Es la conversación, la comunicación. El lenguaje nos puede defender, lo enriquecemos constantemente. Aunque estamos en un momento complicado del desarrollo de la lengua. Dos realidades lo afectan: el crecimiento del mundo digital y sus nuevos vocablos, que se incorporan para enriquecer o empobrecer, y esa consideración de ‘lo políticamente correcto’ del idioma en relación al género”, señala.

Sobre la segunda cuestión, el también autor de La novela de mi vida dice que respeta la “demanda ancestral” de las mujeres de ser incluidas en la sociedad de manera igualitaria; pero, “muchas veces, lo políticamente correcto no es lo correctamente gramatical”.

Y sobre lo virtual, se declara un “analfabeto” digital. “No tengo Facebook ni Twitter, ni página web, solamente uso el correo electrónico. Es un mundo que conozco poco y mal, pero sé algo de sus defectos. Es un cambio de época, las relaciones personales son diferentes. Pero éstas son responsabilidad de los individuos, quienes se han decantado por expresar lo peor de los seres humanos: la agresión, la mentira, la burla, con casi total impunidad. Lamento esto. Por eso le tengo resquemor”.

El autor de Herejes está contento de vivir y escribir en Cuba, porque piensa que ha habido un gran cambio. “A la hora de mirar, parece que nada cambia, porque la estructura del sistema político sigue igual; pero, cuando te das cuenta de la realidad, ves que sí hay modificaciones. Por ejemplo, en 2006 estaban prohibidos los teléfonos celulares, pero hoy la mayoría tiene. Ha cambiado lo cotidiano y, con ello, también nosotros”, concluye.

 

cva

 



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