Explosión electrónica con The Chemical Brothers

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CIUDAD DE MÉXICO.

La música electrónica no tiene edad, sólo los oídos de quienes están escuchando, sólo el cuerpo para dejarse llevar a su reiterado compás, tan predecible como sorpresivo, y sólo ojos para completar la experiencia emocional.

Así lo demostró el dúo inglés The Chemical Brothers, integrado por Tom Rowlands y Ed Simons, pioneros del género big beat, durante su presentación ayer en el Pepsi Center WTC de la CDMX.

El dúo, que lleva ese nombre en honor a su tema Chemical Beats desde 1995, pero que está junto desde 1991, reunió a ocho mil personas, —lo que se llamaría un concierto sold out—, tanto millennials como adultos de 30 o 40 y más años.

Algunos se aventuraron en atuendos negros y otros más sacaron sus tenis y sus shorts para el arduo calor dominical, completanto el atuendo con sudaderas amarradas a la cintura, para fusionarse con la multitud del recinto, entre la oscuridad que marcó sólo decenas de siluetas y un ligero olor a cerveza.

A las 20:46 horas, una luz azul marcó el inicio del trayecto. Las pantallas se encendieron y, en ellas, las siluetas humanas virtuales, bocetos en trazos lineales, corrieron hacia los asistentes y bailaron sobre estructuras cúbicas de líneas verdes para el tema Go.

Los integrantes de The Chemical Brothers, frente a la consola, enfatizaron el sonido, las proyecciones y la imaginación.

En blanco y negro, las emociones humanas fueron expuestas en las pantallas, tan subjetivas como impactantes.

Los asistentes fueron cautivados, hipnotizados, con la dinámica de las luces láser dirigidas hacia ellos. Sus oídos iban del estruendo a la calma repentina, al golpe y la secuencia.

Así, a la fiesta se unieron Free Yourself, Chemical Beats, Mad as Hell, EML Ritual, Swoon, Temptation, Star Guitar, Gravity Drops, Keep On Making Me High, Got to Keep On y Hey Boy, Hey Girl, en la que el verde del láser apuntó en todas direcciones y envolvió en un cono al dúo británico.

La exaltación de la gente se dio entre figuras geométricas y el big beat de The Chemical Brothers.

La propuesta visual dejó atónitos a los asistentes, que fueron contagiados a exaltar su propio ritmo, a expresarse con el cuerpo con los ojos cerrados o bien abiertos ante tales imágenes que los tocaban de cerca, sobre ellos, hacia ellos.

Los colores se fusionaron, crearon estructuras, presentaron formas humanas deformadas, temerosas, eufóricas, sin rostro, pixeleadas, estrambóticas. La luz y la oscuridad fue un juego constante de seducción; la electrónica, también.

Las cabezas se movieron con un “no” o un “sí” repetido, primero, y de repente con saltos incontrolables.

Eve of Destruction creó héroes imaginarios con seres de otros universos, casi caricaturescos, y Saturate lanzó globos que parecían estrellarse en explosiones de pintura verde y amarilla, y No Geography iluminó un rostro en verde, blanco y rojo, para ofrecer una pausa, tan breve, que sólo permitió un respiro.

Escape Velocity retomó el ritmo y los ojos, bocas, narices y mejillas mezclados para después detallar figuras humanas con puntos rojos, en un baile constante en el cual destacó el ritmo.

Hoops, Dig Your Own Hole, Wide Open, Galvanize, C-H-E-M-I-C-A-L, Leave Home y Block Rockin’ Beats fueron una tras otra arropada por imágenes de robots, inmersiones acuáticas, palomas blancas, un azul profundo para bailar y negro para iluminar en blanco el deletreo de su nombre.

A las 22:21 horas, el escenario calló, las consolas pararon, el negro cubrió al Pepsi Center WTC y minutos después, lo encendió de nuevo en rosa y azul con la leyenda Hold Tight México.

El encore inició así con Got Glint? y finalizó entre la sicodelia de las imágenes de santos y demonios cual vitrales cambiantes en exaltados colores, tamaños y figuras, que parecieron envolver a los británicos en una especie de cúpula que se difuminó al centro como despedida.





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