Gracias, Chente

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04 de Mayo de 2019

Hablar de Vicente Fernández es hablar de la máxima figura viva de la música regional mexicana y, si somos claros, honestos y transparentes, por mucho, él es el máximo exponente de nuestra música en toda su historia.

¿Por qué lo digo?, porque ni Javier Solís, Pedro Infante, Jorge Negrete, ni Antonio Aguilar tuvieron la vigencia y la cantidad de años de Chente; además, si nos vamos a cantidad de discos vendidos, número de presentaciones y demás, encontramos que Vicente fue, es, y por mucho tiempo será, el campeón de campeones. Una vez aclarado el punto, les cuento mi encuentro.

Viajé a Guadalajara porque Cristian Castro daría una conferencia de prensa en el auditorio de aquella maravillosa y cálida ciudad –36 grados centígrados–. La hora de la entrevista con el hijo de Vero la cambiaron en varias ocasiones, pero siempre por la tarde. Motivo por el cual pensé que, en una de esas, Chente nos podría abrir las puertas de su rancho Los Tres Potrillos y nos lanzamos el equipo De Primera Mano, mi compañero camarógrafo el Borrego, el Canelo iluminador y su servidor.

Desayunamos una deliciosa birria en uno de los restaurantes al borde de la carretera, El Chololo, un sitio para mil 200 comensales. Después de ello, corrimos al rancho Los Tres Potrillos, toqué el timbre, salió un señor de seguridad para decirme que don Vicente no se encontraba. Sin mediar palabra se volvió a meter a su caseta de seguridad. Me acordé de Juanjo, el secretario de Vicente por muchos años, en cuestión de dos minutos me respondió que don Vicente nos iba a recibir en su terraza, que en realidad es  una casa completa junto a la alberca y a un redondel para caballos, que está adornado por docenas de pavorreales, que él llama terraza. Ahí fue donde encontré al mejor cantante de nuestra música, Vicente Fernández. ¿Qué pasó?, ¿qué me dijo?, ¿cómo lo encontré?, todo esto en la columna del martes.

 





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