Incongruencia democrática

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18 de Noviembre de 2018

La bandera de la democracia le duró poco —muy poco— a Morena, pues a unos cuantos meses de entrar en el juego de gobierno ha comenzado a traicionar sus promesas de campaña.

Sus diputados locales le apostaron a la mediocridad y terminaron por poner en práctica las artimañas que ellos mismos se dedicaron a repudiar desde sus incipientes inicios partidarios y que después se convirtieron en el lema de campaña que usarían para ganar el voto de los ciudadanos.

Con el amplio rechazo de la oposición, esta semana se consumó la traición a la democracia que representa el hecho de que el gobierno se fiscalice a sí mismo, pues el Congreso local aprobó la reforma que determina que los más de 100 titulares de los órganos de control interno de la administración pública local serán nombrados por el gobierno central.

Con reformas a la Ley de Auditoría y Control Interno de la Administración Pública de la Ciudad de México, los diputados de Morena aprovecharon el momento para cometer el atropello que implica aparentar ser democráticos, cuando en realidad son autoritarios porque se asumen omnipotentes en su primer ejercicio real de gestión pública.

La reforma implica que el o la titular de la Secretaría de la Contraloría General de la CDMX será responsable de nombrar a quienes auditarán el buen gobernar y encabezarán la fiscalización de la administración pública, lo cual va en total contrasentido del espíritu del sistema local anticorrupción, pues ahora se convierten a sí mismos en juez y parte.

Lo que los legisladores de Morena hicieron fue preparar el terreno para que, al momento de la transición de gobierno, la nueva jefa de Gobierno y su gabinete tengan, sin contrapeso alguno, la facultad de elegir quién será el responsable de auditarlos, de señalar los abusos, la corrupción y el tráfico de influencias que ellos mismos podrían poner en práctica.

¿Recuerdan los resultados de las investigaciones de los casos de la Casa Blanca u Odebrecht? El conflicto de intereses no fue castigado porque el investigado nombró a la persona encargada de auditarlo. La incongruencia lo único que demuestra es que de fondo son autoritarios cuando se muestran como demócratas, pero son artificiales porque esa es su genética. La bandera que vendieron en su campaña sólo fue una estrategia de mercadotecnia para conseguir votos.

El auditor a modo le quita al Legislativo la facultad de determinar quién fiscaliza el gobierno, se pierde el equilibrio de poderes y el fantasma de la transición se convierte en un nuevo tipo de régimen dictatorial, en el cual lo alarmante es la naturaleza de su actuación, cuando aún no inicia en forma la gestión del nuevo gobierno.

Ya nos quedó claro que la rendición de cuentas y la transparencia no serán la constante de Morena, el compadrazgo político se perpetuará porque está en sus genes.

 

 





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