Insinuaciones, manoseos, acoso, el riesgo de un concierto

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ABC

MONTERREY, Nuevo Léon.

«En lo que yo iba pasando hacia el frente sentí que alguien me estaba tocando los glúteos. Me asusté, miré a todos lados, pero entre tanta gente no puedes saber quién, no puedes defenderte o decirle algo», rememora Marisol Ruiz, quien a los 16 años fue víctima de acoso en un festival regio de música.

El ataque, sorpresivo e inesperado, hizo a la joven hoy estudiante de periodismo reflexionar sobre la falta de seguridad desde el acceso a algunos de estos eventos.

Edna Guajardo, una estudiante regiomontana de arquitectura de 22 años, también sufrió acoso en un festival cuando decidió ir a comprar cerveza para sus amigos.

«Estaba sola en la fila cuando un grupo de hombres borrachos empezaron a hacerme comentarios. «Los ignoré, pero uno de ellos se acercó y me jaloneó de una forma agresiva el brazo; me enterró sus uñas.

«Lo único que pude hacer fue empujarlo y correr con mis amigos para protegerme e ir a un lugar seguro», recuerda la joven en entrevista para ABC Noticias.

 

Jóvenes bailan en un concierto, en fotografía a  contraluz

 

Año tras año, miles de mujeres asisten a los distintos festivales de música al aire libre en Monterrey.

Sólo el Parque Fundidora captó 297 mil 219 asistentes en 2018 y al menos la mitad fueron mujeres. A pesar de la proliferación de festivales al aire libre, es evidente que sufren del mismo problema que universidades y empresas: específicamente la ausencia de protocolos contra el acoso y una latente cultura machista que no tiene suficientes restricciones.

Aunque cada vez hay mayor conciencia social sobre la problemática, el acoso generalmente no es denunciado por el temor de las víctimas a ser señaladas o por considerar que no habrá diferencia.

Monterrey se ha convertido en un punto de atracción para públicos jóvenes que asisten a sus populares eventos musicales.

Los conciertos han evolucionado con éxito gracias a su ingeniosa alineación de artistas, que recorren un mismo escenario durante largas jornadas, en ocasiones por más de un día.

Como en todo evento multitudinario, los manoseos furtivos y las insinuaciones sexuales se presentan dentro de la alegría y libertad juvenil que conllevan estos eventos al aire libre. Ni autoridades ni organizadores han tomado acciones para cuantificar el delito, combatirlo e idear protocolos que protejan a sus víctimas y favorezcan una mayor cultura de denuncia.

Y las mujeres se sienten agobiadas porque no se animan a acudir solas a estos eventos, por temor.

En enero y febrero pasados se reportaron en Nuevo León 334 delitos sexuales, 14 más que en el mismo periodo de 2018. En el primer bimestre del presente año se registra un promedio de 5.6 delitos por día. Sin embargo, las cifras aportan poco para entender la magnitud del problema. No está claro cuáles delitos corresponden específicamente a acoso y tampoco el tipo de lugar donde ocurrieron.

Si a esto se suma que en la mayoría de los casos esta modalidad de delito no se denuncia, el acoso resulta aún más difícil de cuantificar. En los festivales de música, que cada vez son más frecuentes y masivos, persiste una casi total ignorancia de este problema por parte de organizadores y autoridades.

En 2018, la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad (Envipe), realizada por el Inegi, estimó que la incidencia de delitos sexuales contra mujeres en el país fue de 2 mil 733 por cada 100 mil mujeres, cifra superior a los 1 mil 756 delitos de 2016.

Sin embargo, se estima que sólo el 2 por ciento de los crímenes fueron reportados, según el propio Inegi, lo que arroja una enorme cifra negra. La propia Envipe señala que las principales causas para no denunciar son desconfianza de las víctimas hacia la justicia penal y el considerarlo una pérdida de tiempo.

Al no existir una atención especializada para estos delitos, los trámites se vuelven largos y difíciles, a lo que se suma el no poco común maltrato de algunas autoridades a la víctima. 

Temor a denunciar

Para la diputada local por el Distrito 8, Karina Barrón, la razón por la que no se realizan las denuncias de acoso es más que evidente: «no hay confianza en autoridades. Las mujeres tienen temor a denunciar porque saben que no van a hacer absolutamente nada, ya que como gobierno no se han tomado acciones para apoyarlas en estos temas», asegura.

El problema va más allá que la desconfianza, pues las víctimas tienden a ser señaladas. Ante esto, Nínive Vargas, cofundadora y presidenta de Acoso en la U, de la UANL, opina que debe haber más respaldo de la sociedad, organizaciones civiles y autoridades para que las víctimas denuncien.

La impunidad del acoso hace que muchas mujeres vivan con temor sus vidas diarias. «Desde que sales de tu casa sabes que hay una posibilidad de que te van a acosar en cualquier lado y más en un festival. Siento impotencia y enojo de estarme preparando por algo que no debería de suceder», lamenta Edna. 

 

 

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*Este contenido es publicado con autorización de ABC.
 
 
 
 
 



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