Lilia Carrillo permanece; inaugurarán exposición que reúne 44 obras

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CIUDAD DE MÉXICO.

Pionera en el arte abstracto mexicano, la pintora Lilia Carrillo (1930-1974) ha sido “una presencia fundamental” en la plástica nacional, a pesar de su corta vida. Creadora de universos sutiles, en los que el color estalla con libertad ante la ausencia de contornos, su obra ha sabido sortear el olvido y la escasa promoción, y conservar su vitalidad y vigencia.

Así lo considera Miguel Ángel Ortiz Bonilla, jefe de exposiciones de la Universidad Iberoamericana, en cuya Galería Andrea Pozzo se inaugura hoy la exposición Lilia Carrillo: la permanencia y el tiempo, que reúne 44 obras que echan luz sobre las diversas etapas creativas que experimentó entre 1950 y 1974.

La única mujer, junto con Beatriz Zamora, que formó parte de la Generación de Ruptura dio vida a una obra variada: collage, estampas, dibujos y pinturas “de gran relevancia en la historia del arte mexicano”, comenta Ortiz Bonilla en entrevista con Excélsior.

Ella estaba en ese grupo por su propia valía como creadora. Se le respetaba por su capacidad. Eso es destacable. Era un momento histórico donde aún había muchos atavismos, era la época de romper. Y ella lo hizo”, agrega.

El licenciado en Grabado añade que Carrillo, quien ingresó a los 17 años a la Escuela de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda, era una persona que reflexionaba constantemente sobre su propia obra, por lo que tenía una posición bastante clara.

Era muy inteligente. Poseía una gran sensibilidad para ver los entornos y hacer los diagnósticos plásticos. No fue una artista grandilocuente, pero era muy puntual en los procesos técnicos. Usaba los materiales plásticos, las cargas, los colores, las líneas; hacía una interrelación expresiva de todos éstos”, indica.

Sobre qué caracterizó la obra de quien fue alumna de Manuel Rodríguez Lozano, Agustín Lazo y Pablo O’Higgins, el organizador de la muestra señala que fue la sofisticación en el color. “Muchos autores la han catalogado como lírica, pero ella no se ubicaba ahí. Hemos concluido que tenía una sensibilidad extrema y que, a través del manejo de los elementos plásticos, analizaba su interior”.

Miguel Ángel Ortiz lamenta que la obra de la pintora que viajó a París en 1950, donde estudió en la Academia de la Grande Chaumière y vivió dos años, sea actualmente poco conocida e, incluso, olvidada de alguna manera.

Esto se debe a que murió joven, en la antesala de sus 40 años, pero también a que todos sus compañeros de generación han sido muy productivos, han sido creadores exhaustivos. La poca circulación de su obra ha hecho que se vea menos, en comparación con los grandes creadores de esa época”, explica.

Dice que, actualmente, la obra de Lilia Carrillo, cuyo número total de piezas se desconoce, está en manos de coleccionistas y, en especial, forma parte del acervo del Museo de Arte Abstracto Manuel Felguérez, artista con el que se casó en 1960.

No existe aún un catálogo razonado. En la universidad trabajaremos sobre las piezas y sobre la historia de su creación, cuáles fueron sus fuentes y los impactos que ha tenido en la comunidad artística. Su obra es poca y se ha promovido escasamente, pero está muy presente en la comunidad”, dice.

El también artista plástico detalla que la muestra Lilia Carrillo: la permanencia y el tiempo comienza con un dibujo, una figura humana, que ella confeccionó en 1950 y que todavía tiene una relación muy estrecha con la Escuela Mexicana de Pintura, y termina con una pintura de 1974, que dejó inconclusa.

Hay piezas verdaderamente interesantes: pinturas, dibujos y una serie de litografías y algunos collages. Felguérez mencionaba que éstas son ‘obras de taller’; es decir, son piezas de búsqueda, de reflexión”, señala.

Aclara que la muestra no es antológica, pues son pocas piezas, aunque es un buen número en relación con las exposiciones que se han organizado antes. “Da cuenta del primer periodo de la maestra Lilia Carrillo y de su transición durante los años sesenta, que son su década”.

 

MURALES DE OSAKA

 

Carrillo, quien expuso por primera vez en la Maison du Mexique, y en 1954 en la colectiva Artistas extranjeros en Francia, participó en 1970 en el famoso mural La ciudad desbordada, contaminación del aire, que se expuso en Osaka, Japón, representando a México.

El comisario Fernando Gamboa escogió a 11 de los mejores artistas plásticos del momento: Lilia Carrillo, Manuel Felguérez, Francisco Icaza, Gilberto Aceves Navarro, Brian Nissen, Fernando García Ponce, Roger von Gunten, Arnaldo Coen, Vlady, Francisco Corzas y Antonio Peyrí.

Von Gunten recuerda a Carrillo justo ante este trabajo, que se puede visitar hoy en día en el Museo de Arte Abstracto Manuel Felguérez. “Colgadas en los altos muros de la fábrica de Carlos García Ponce, quedamos atónitos por la enormidad de los 5×8 metros en blanco y los andamios de dos pisos delante de cada tela, que nos sostendrían durante nuestra labor.

En medio de nuestro excitado clamor, llegó Lilia con una canasta colgada de un brazo, en la que se divisaban trapos y pinceles. Al verla con su diminuto equipaje, Felguérez la interpeló alarmado: ‘¡Pero Lilia, mira lo que hay que llenar!’. Ella, con su voz tranquila y melodiosa, dijo: ‘No te preocupes, Manuel, algo va a salir’. Y, efectivamente, la pintura de Lilia, hecha en gran parte aplicando la pintura acrílica frotando con sus trapos, resultó, en su esplendor cromático y riqueza de factura, una obra maravillosa e inolvidable”.

Este texto aparecerá en la exposición, que estará montada hasta el 29 de marzo, como un homenaje a Carrillo de sus amigos de la Ruptura.

 

¿DÓNDE Y CUÁNDO?

La exposición Lilia Carrillo: la permanencia y el tiempo se inaugura hoy, 13:00 horas, en la Galería Andrea Pozzo, ubicada en el Edificio T planta baja, Universidad Iberoamericana (Prolongación Paseo de la Reforma 880, Lomas de Santa Fe).

 

 

cva

 





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