Llevan 43 mdp en salvamento del Conjunto Scop

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CIUDAD DE MÉXICO.

El desmontaje y resguardo parcial de los murales del Conjunto SCOP, ubicado en Eje Central y avenida Xola, tuvo un costo de 43 millones 17 mil 777 pesos (IVA incluido), reveló a Excélsior la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) a través de un informe que da cuenta de los trabajos realizados entre el 1 de agosto y el 31 de diciembre de 2018, tras los sismos de 2017.

Para estos trabajos se contrató a la empresa CAV Diseño e Ingeniería a través de una adjudicación directa. El plan de rescate se dividió en dos fases. En la primera, la empresa contabilizó un total de cinco mil 461 paneles en los edificios A —con la autorización del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBA)— y B del conjunto mural, de un total de cinco cuerpos.

Y detalló que de este universo sólo desmontó 44% de los paneles en ambos edificios, es decir, sólo dos mil 435 piezas, por lo que quedaron en pie tres mil 26 paneles en ambas estructuras.

Dicho informe —cuya copia posee Excélsior— aclara que hasta hoy el Centro Nacional de Conservación y Registro del Patrimonio Artístico Mueble (Cencropam) no ha hecho ningún tipo de restauración o labor especializada en las placas retiradas de Canto a la Patria, Independencia y progreso y Los libertadores de Juan O’Gorman; así como Los mayas, Conquista y libertad, Los Aztecas y Cuatro siglos de comunicaciones, de José Chávez Morado.

Según el contrato, la empresa también hizo un registro fotográfico con una cámara X7 Super 35 y un drone RC Quad de cuatro motores —con una licencia de piloto de vuelo—, así como un registro del estado de conservación en el software Metigo Map.

También proporcionó planos, una entrevista con el artista Guillermo Monroy —sobreviviente de los creadores— y aplicó limpieza en seco a los paneles removidos y otra acuosa con solución de detergente no iónico Photo Flo en agua, salvo en los elementos desprendidos o dañados.

Para las manchas más persistentes empleó solución de agua-alcohol con hidrolavadoras, aspersores y cepillos.

El contrato establece la protección de los paneles de manera independiente, usando papel None Woven con Carboxil metil Celulosa de Sodio en agua al 5% y, luego del desmontaje, el embalaje y almacenamiento, los fragmentos de los murales se colocaron sobre tarimas de madera fabricadas a medida, envueltos con playo coverpack y stretch film de polietileno.

Para este trabajo, la empresa contrató a dos restauradores de bienes muebles, un maestro en restauración arquitectónica, un arquitecto, 20 técnicos en restauración, 40 ayudantes especializados y 40 generales.

El reporte explica que desde el 21 de noviembre de 2018 el complejo fue entregado al Instituto de Administración y Avalúos de Bienes Nacionales (Indaabin), quien lo administra jurídica y materialmente, por lo que para cualquier trabajo futuro de desmontaje o rehabilitación requerirá de su autorización, ya que es la institución facultada para suscribir cualquier contrato y determinar el destino del inmueble.

El reporte fue entregado a este diario a través de la Plataforma Nacional de Transparencia, a 17 meses de los sismos de 2017 y a dos semanas de que Javier Jiménez Espriú, titular de la SCT se comprometiera a rescatar el complejo mural en su sitio, “porque no hay otra forma de rescatarlo”, como lo expresó en el foro Centro SCOP, pasado, presente y futuro, realizado en la UNAM, para lo cual pedirá aportaciones a los contratistas de la dependencia federal, sin que hasta el momento se haya aclarado si esto será factible.

Ayer la oficina de prensa de Lucina Jiménez adelantó a Excélsior que el INBA ya recopila la documentación para preparar la declaratoria de Monumento Artístico para este complejo, lo que permitirá su protección y el acceso a recursos federales para su rescate. Sin embargo, no detalló plazos. La SCT no ha anunciado la ruta financiera o el plan de rescate y la titular de Cultura, Alejandra Frausto, ni siquiera se ha pronunciado sobre el tema.

EN RIESGO

La SCT anexó el informe preliminar y los dictámenes con que se cuenta, y reconoce que, según las inspecciones del inmueble, los edificios están en alto riesgo de colapso.

Este inmueble inició su construcción en 1954 para las instalaciones del Centro Médico del IMSS; durante tres años estuvo en obra negra y quedó a la intemperie hasta que lo adquirió la SCT. Fue inaugurado en 1957 y, hasta antes de 2017, albergaba las oficinas de dicha dependencia. Hoy está desalojado.

Durante el sismo de 1985 “sufrió graves daños” y en 2012 recibió una intervención mayor (del 1 septiembre al 15 de octubre). Luego una opinión técnica postsísmica detectó asentamientos diferenciales y una inclinación notoria de la edificación.

Según diagnósticos recientes, el complejo sufrió desplomes, desprendimiento de paneles y una inclinación muy notable en todos los niveles de ambos cuerpos.

Y reconoce que se “ha aumentado la degradación y deterioro de los materiales, así como de los elementos estructurales que la conforman, empeorando la gravedad de las condiciones en las que está, llevando a la edificación a un estado crítico de colapso”.





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