Markus Zusak, relatar los vínculos rotos

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CIUDAD DE MÉXICO.

Cinco hermanos viven en un hogar sin adultos, rodeados de mascotas disfuncionales, luchando por sobrevivir en un mundo que los ha abandonado, al igual que su padre, quien un buen día decide regresar. Esta es la historia que narra el escritor Markus Zusak (Sídney, 1975) en su novela más reciente, El puente de Clay, publicada por el sello Lumen.

¿Una zaga familiar del siglo XXI? ¿Una historia de soledad y coraje, en la que se demuestra que los lazos rotos pueden volver a unirse, que sanan las cicatrices del alma o que la fuerza del amor y la belleza logran que la violencia se olvide? En nada de esto pensó, confiesa, este australiano de 43 años al confeccionar su tercera obra de largo aliento que se publica en español.

Ojalá me sintiera calificado para responder eso. Sólo tengo mi propia vida y mi trabajo para reflexionar. No tengo ninguna respuesta a las grandes preguntas, pero todos los personajes que creo tienen amor, coraje y miedo. Hay violencia en ocasiones, y también perdón”, menciona en entrevista con Excélsior.

El autor de La ladrona de libros, que ha vendido más de diez millones de ejemplares, afirma que todavía cree en las novelas porque “nos muestran el mundo de una manera totalmente única, que también reconocemos. Para mí, las familias son infinitamente únicas, entretenidas y significativas”.

Explica que, para él, “la configuración de este libro fue muy real: a las afueras de Sídney, donde crecí; y Europa del Este, desde donde escuché grandes historias familiares, y de Australia, que también siento muy cerca de mí”.

¿Qué es una vida sin supervivencia, soledad y valor?, se pregunta el narrador. “Estas son todas las cosas que están presentes en mi trabajo; pero, más aún, lo que amo son las historias, porque nos hacen quienes somos. Me encanta la idea de que empezamos a ser mucho antes de nacer. Hay historias de nuestras familias que están en nosotros desde el principio. Y todas éstas contienen soledad y coraje”, expresa.

Aclara que no ve de manera pesimista a las relaciones humanas actuales. “Una familia rota se encuentra en el centro, pero lo necesitaba para la historia y para el personaje de Clay. Todavía es una familia con grandes cantidades de vida y amor en ella. Vemos a una familia tal como era, como es y como podría ser en el futuro; pero siempre es una base del amor y la lealtad”.

¿No es una visión demasiado optimista de la vida?, se le cuestiona. “No lo creo, porque todos somos imperfectos y todos somos capaces de grandes momentos. Tal vez el optimismo muera cuando dejamos de intentarlo”, responde.

El autor de Cartas cruzadas, quien apoda a su personaje Michael Dunbar, el padre de los chicos, como el ‘Asesino’, rechaza que busque conscientemente desmitificar la figura del progenitor.

Probablemente sea al contrario. El apodo de Michael Dunbar tiene más que ver con la ironía, el perdón, la memoria y los malentendidos dentro de la historia, que con el hecho de tratar de designar mi opinión sobre ese tema.

Es la historia de una familia y espero que se sienta verdadera y única, pero con suerte reconocible en el mundo en que vivimos. De muchas maneras, este es un libro sobre un hijo que necesita irse y un padre que regresa a casa”, narra.

MASCOTAS Y MITOS

El valor que el hombre debe darle a la naturaleza, al arte y a la cultura guían los pasos de los hermanos Dunbar, quienes albergan en su casa diferentes mascotas disfuncionales.

¿Hay alguna mascota en el mundo que no sea disfuncional de alguna manera? ¿Hay familias que no tienen sus propias peculiaridades, curiosidades y problemas? Las mascotas perfectas no hubieran sido interesantes, y el hecho de que los Dunbar tengan cinco animales con nombres obtenidos de los héroes griegos de Homero es mejor. Se nombran en homenaje a la madre de los niños, Penélope; y Aquiles, la mula, es vital para la historia”, cuenta.

Zusak admite que tanto el escritor Homero como el pintor Miguel Ángel son partes de la vida que ama y que siempre fueron elementos importantes del libro.

Cuando me di cuenta de que todos mis personajes tenían apodos, me recordó a Homero. Y, luego, cuando Penélope viaja desde Europa del Este a Australia, me percaté que estaba escribiendo una epopeya suburbana.

Pensamos que vivimos pequeñas vidas… pero todos nos enamoramos, tenemos personas que mueren en nuestro camino, tenemos grandes discusiones en la cocina. Quería escribir sobre la gente común en términos heroicos, porque todos hacemos cosas heroicas a veces y tenemos grandes vidas”, comenta.

El novelista dice que el éxito de La ladrona de libros no ha alterado su trabajo creativo. “El puente de Clay iba a ser mi libro más difícil, porque era definitivamente el más ambicioso. Dicho esto, cuando la puerta del éxito inesperado se abre de par en par, por supuesto que surgen muchas dudas. Sin embargo, una de las mejores cosas de ser escritor es que siempre estás siendo probado”.

Por último, el narrador australiano acepta que es un australiano que intenta contar historias que le encantan. “Siempre trato de escribir un libro mejor que el anterior. Esperaría que se me agrupe con todos los escritores del mundo. Estoy más vivo cuando estoy escribiendo y estoy dentro de ello”.





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