Muestra de Orozco, Rivera y Siqueiros sobrevivió al golpe de Estado

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CIUDAD DE MÉXICO.

“Estoy angustiado por el peligro y por la absoluta falta de seguridad que cada minuto amenaza a la gran colección Carrillo Gil y sus 169 pinturas de Orozco, Rivera y Siqueiros. Todas son obras de valor imponderable para la historia y patrimonio cultural de México. Ellas están empacadas en sus 27 cajas en el museo nacional, un sitio que debiera ser seguro y sagrado para los chilenos por lo que representa, pero que no lo es. Acaba de ser duramente ametrallado por cuatro tanques a las cinco y media de la tarde”, escribió Fernando Gamboa el 15 de septiembre de 1973.

El museógrafo mexicano se encontraba a unos metros del Palacio de la Moneda, en la habitación de hotel desde donde cuatro días antes había presenciado el golpe de Estado en contra de Salvador Allende. Gamboa había viajado a Chile con una comitiva diplomática para organizar la apertura oficial de una exposición de arte mexicano que celebraría en el país sudamericano las fiestas patrias y el tercer aniversario del gobierno de Unidad Popular, que encabezaba Allende.

 

SIQUEIROS. Zapata. Estudio para el mural del castillo de Chapultepec, 1966. Piroxilina sobre madera comprimida. 

 

Luis Echeverría había ordenado enviar la exposición a Chile desde Rusia, donde antes se había exhibido. Las obras, sin embargo, jamás pudieron verse y, en su lugar, tanto la comitiva como las cajas que contenían el acervo recientemente adquirido en 1972 por el gobierno mexicano quedaron varadas y en inminente peligro. Luego de 45 años, una exposición que antes ya se exhibió en Santiago, Buenos Aires, Lima, Bolonia y Génova rescata el periplo que las obras de los tres grandes del arte mexicano vivieron durante el asalto al Palacio de la Moneda.

El título no pudo ser mejor: Orozco, Rivera, Siqueiros. La exposición pendiente, y antes que imitar al pie de la letra la muestra que jamás se inauguró en Santiago, documenta la historia diplomática entre el gobierno mexicano y el de Allende, la relación entre ambos pueblos, la recepción que México dio a los exiliados chilenos y el embrollo que se vivió para sacar de la capital chilena el importante acervo mexicano. En total se exhiben 112 objetos de los cuales 60 corresponden a obras de arte y el resto a fotografías y documentos que cuentan la historia.

La exposición tenía como fecha inaugural el 13 de septiembre de 1973. Gamboa escribe un diario y devela las tensiones políticas que se estaban viviendo en los meses previos a la exposición; sin embargo, no se sospechaba nada peligroso. En Venezuela, Gamboa conoce al director del Museo Nacional de Bellas Artes de Santiago, Nemesio Antúnez, y pacta llevar la exposición a Chile”, explica Carlos Palacios, curador en jefe del Museo de Arte Carrillo Gil (MACG).

 

OROZCO. Zapata,  1930.  Óleo sobre tela.

 

El mismo día del golpe de Estado, Gamboa junto con la delegación (Gonzalo Martínez Corbalá, Jesús Cabrera Muñoz Ledo, Enrique Martín del Campo y Antonio César Villalba) tuvieron una junta para organizar las jornadas de México en Chile, celebración que incluía una exposición de artesanías y de mil 500 libros mexicanos. “Ese día, desde la ventana de su hotel, frente a la Moneda, Gamboa ve un avión militar que hace un vuelo rasante y sospecha; infructuosamente intenta salir del hotel”, dice Palacios.

A partir de entonces vendrían 15 días azarosos que Gamboa va registrando. En la muestra se puede ver una copia del periódico Excélsior del 14 de septiembre de 1973, que en su portada afirmaba: “El Pentágono Sabía, 24 hr. Antes, del Cuartelazo”. En interiores, otro reporte informaba: “La Colección Carrillo Gil a Salvo, Confía Relaciones” y citaba una fuente de la cancillería mexicana afirmando que funcionarios mexicanos “permanecieron en un hotel durante la asonada”.

Finalmente las 27 cajas regresaron a México sanas y salvas, pero no venían solas. “Traían a 300 asilados políticos de Chile entre los que se encontraba Hortensia Bussi de Allende. México condenó el golpe, le da asilo a la viuda de Allende y a sus hijas y empieza un extraordinario despliegue de movilización de exiliados liderado por una figura importantísima en la exposición, el embajador Martínez Corbalá”, dice el curador.

 

RIVERA. Maternidad, 1916. Óleo sobre tela. 

 

DOS EXHIBICIONES PACTADAS

Hasta ayer, la nueva directora del INBA, Lucina Jiménez, no había girado instrucciones de ningún tipo al MACG. Paula Duarte, quien ya se ostentó como encargada de despacho de la Dirección del recinto, afirmó que dejarán listas dos exposiciones para la nueva administración: la revisión del trabajo del artista sueco Waldemar Sjölander, que murió en México, y una exposición sobre la obra de la artista venezolana Magdalena Fernández, que trabaja con óptica y sonido.





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