Ni crecimiento ni inversión

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03 de Mayo de 2019

Dijo ayer el presidente López Obrador que el crecimiento económico del 4 por ciento anual es posible y aseguró que existe “disposición de empresarios y gobernadores” para alcanzar esa meta. En abstracto, claro que es posible tener esa tasa de crecimiento y no dudo que los empresarios tienen disposición para alcanzarla. Lo que sucede es que la realidad es terca y los hechos demuestran que la economía nacional no crece, al contrario, decrece. No sólo no estamos en ruta para crecer al 4 por ciento, sino que, incluso, estamos lejos de alcanzar la meta que se puso, apuesta mediante, el propio Presidente de crecer este año el dos por ciento, contradiciendo a la propia Secretaría de Hacienda.

En el primer trimestre del año, la economía decreció un 0.2 por ciento, fue el peor trimestre desde la crisis de 2008-2009. Las causas son muchas, pero la principal es que la economía está paralizada por la incertidumbre que genera el propio gobierno federal.

No hay nada que fomente más el crecimiento que la inversión privada. Pues bien, el gobierno federal ha desincentivado esa inversión de todas las formas posibles: la cancelación del aeropuerto de Texcoco sigue siendo una medida inaceptable en los mercados y más aún cuando no ha tenido siquiera una explicación coherente de por qué se tomó. Semana con semana se trata de dar una explicación nueva y contradictoria, y ninguna convence. El aeropuerto que se pretende construir en Santa Lucía estuvo tan mal planeado por los asesores presidenciales que cuando la Sedena comenzó a trabajar sobre el tema descubrió que delante de donde se quería construir las pistas había un cerro de más de 600 metros de altura que interrumpía el descenso y despegue de las naves. El TUA que se iba a usar para construir Texcoco ahora se va a usar para pagar las sanciones por la cancelación.

En el sector energético se cancelan concesiones, se derogan licitaciones, se cierran ductos, se trata de reducir en todo lo posible la participación del sector privado. Se dice que es preferible generar energía con carbón antes que con gas. Se propone construir una refinería en Tabasco a un costo descomunal, cuando la propia SHCP dice que es más económico y eficiente utilizar esos recursos para la exploración y explotación de crudo. No tiene sentido. Las energías alternativas y no contaminantes, que es hacia donde marcha el futuro del sector y por ende las grandes inversiones, han sido dejadas de lado en la política energética.

Junto con la refinería de Dos Bocas y el aeropuerto de Santa Lucía, los otros dos grandes proyectos del gobierno tampoco entusiasman a los inversionistas. El Tren Maya, con un recorrido de mil 500 kilómetros, pasando por zonas ecológicas protegidas y de fuerte conflictividad política y social, no se ve más allá del papel. Ninguna gran empresa internacional ha manifestado hasta ahora interés en él. El turismo, nuestra gran fuente de ingreso de divisas y de generación de empleos, ha tenido un fuerte retroceso en estos meses por una serie de medidas incomprensibles, como la cancelación del Consejo de Promoción Turística de México, el cierre de oficinas especializadas y, por supuesto, de toda publicidad internacional.

La única imagen que estamos dando al turismo internacional es la de un país con una fuerte inseguridad pública, sin nada que lo revierta. Los recursos que se destinaban al turismo se los llevará el Tren Maya… que turísticamente no será significativo: ¿qué atractivo puede tener un tren turístico que será lento y de largos recorridos, que al mismo tiempo lo será de carga?

El tren que unirá Salina Cruz con Coatzacoalcos es un viejo proyecto, bueno por muchas razones si se complementa con todo un desarrollo regional a lo largo del trayecto, convirtiendo el Istmo en un polo de desarrollo basado, necesariamente, en una lógica globalizadora. Por eso no se entiende que se hayan cancelado las Zonas Económicas Especiales que servían notablemente para ese objetivo y tenían comprometidas inversiones por miles de millones de dólares. ¿Quién va a invertir cuando no sabe si le van a cancelar los proyectos simplemente porque cambió el gobierno?.

La mejor demostración de estas sinrazones las exhibió el presidente López Obrador en la presentación del Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024, el cual se basa, dijo el Presidente, en el programa que los hermanos Flores Magón presentaron en 1906, 113 años atrás, cuando México era un país preindustrial, campesino y casi analfabeta, desde una óptica revolucionaria y anarquista. No hay nada mejor para entusiasmar a los inversionistas en el mundo globalizado del siglo XXI.

 





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