Porsche 911, cerca de la perfección

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CIUDAD DE MÉXICO.

Sin inhibiciones ni fal­sa modestia, la más recien­te evolución del Porsche 911, identificada con el có­digo 992 por la marca, aten­ta seriamente en contra de aquella mediocre y estúpida justificación que asegura que “nadie es perfecto”.

Y es que hay que ser ver­daderamente quisquilloso para encontrar en este ve­hículo algo que pueda ba­jarle el volumen a tantos y tan contundentes argumen­tos, que lo colocan como el mejor Porsche de todos los tiempos.

Los ingenieros de la mar­ca invirtieron miles horas de trabajo, verdadero talento y gran ingenio, en el desarro­llo de toda clase de sistemas, así como en el perfeccio­namiento de los que el 911 ya presumía, para crear una máquina que hoy es capaz de comportarse como un dócil corderito en la calle y como un feroz lobo dentro de la pista, cambiando de personalidad prácticamente con sólo oprimir un botón.

 

 

Desde que lo vimos por vez primera, bajo los reflec­tores del Salón de Los Án­geles, donde la marca lo presentó en sociedad a fina­les del año pasado; la ecua­ción de una nueva caja de velocidades de ocho cam­bios, ya lista para recibir motorizaciones híbridas, la nueva dieta de aluminio que ahora le permite a la carro­cería detener la báscula en 240 kilos, cinco kilos me­nos que el anterior, se anto­jaba como extremadamente apetitosa.

Así que con el cuchillo en­tre los dientes, directo y sin escalas, nos subimos al nue­vo Porsche 911 Carrera S (de tracción trasera), para reco­rrer antes que nadie el Autó­dromo Hermanos Rodríguez guiados por un fascinante GT3 RS.

 

 

Lo primero que llamó po­derosamente nuestra aten­ción fue la facilidad con la que el motor bóxer 3.0 litros biturbo nos permitía acer­carnos al líder, a pesar de la evidente diferencia entre ambos vehículos, en donde el RS llevaba todas las de ga­nar por haber sido diseñado ex profeso para las pistas, así como por las habilidades del instructor, Fernando Chezi­to Méndez, piloto certificado por la marca de Stuttgart.

Sin embargo, si se echa mano de todos los recursos a bordo del nuevo 911 es po­sible disfrutar de una dra­mática curva de aceleración, que según las cifras oficiales nos permite ir en condicio­nes optimas desde el punto muerto hasta los 100 kiló­metros por hora en sólo 3.4 segundos, gracias a la gene­rosa y predecible entrega de sus 450 caballos de fuerza y de las encantadoras 390 li­bras-pie de torque, de las que se puede echar mano desde 2,300 revoluciones por minuto.

 

 

Si se cuenta con más de dos millones en la cartera es posible que sea fácil en­contrar opciones que pro­metan hacer este tipo de proezas, sin embargo, hay que decir que, atacando con coraje e irreverencia las cur­vas del legendario circuito mexicano, el Nueve Once se comportó de forma noble y predecible, dejándonos ju­gar con las leyes de la física para elevar el ritmo cardia­co y la adrenalina que corría por nuestras venas con cada maniobra, lo cual no es una cualidad sencilla de encon­trar en la mayoría de los ra­biosos superdeportivos.

A pesar de que la versión en la que veníamos monta­dos era una de tracción tra­sera y que en más de una ocasión la emoción nos lle­vó a trazar mal las trayec­torias, en ningún momento ésta nos traicionó, así que es fácil creerle al piloto fin­landés que Porsche trajo a la demostración, quien nos ex­plicó que la dirección es un 11% más directa que en la an­terior generación.

Bien merecido se tendría un busto de bronce aquel ge­nio que ideó el botón de la felicidad, ubicado en el lado derecho del volante, el cual al presionarlo nos permite llevar al límite las cualidades de este auto durante 20 se­gundos y el cual oprimimos tantas veces como pudimos para sacar el lado más extro­vertido de este Porsche.

Por obvias razones nues­tro modo favorito y el que más utilizamos fue el Sport+, sin embargo es pruden­te aclarar que para sesiones con menos emociones Por­sche incluye otros modos de manejo, en los que la puesta a punto está más orientada al confort o a elevar las medi­das de seguridad.

 

 

Tras sacar el pecho en la se­sión de slalom, presumiendo con soberbia la poca trans­ferencia de pesos de la que es víctima esta máquina, en parte cortesía del sistema PASM que ajusta electróni­camente los amortiguadores y regula de forma continua la dureza de la amortiguación de cada llanta en función del estado del pavimento y del estilo de manejo, nos lleva­ron al agua.

Ahí, un arrancón con el piso mojado y el auto pre­parado con el modo Wet nos dejó ver que en situaciones adversas y con el asfalto res­baloso este Porsche bien po­dría ser patinador olímpico de hielo, por la maestría con la que se mueve sobre esa superficie.

Realmente poca aten­ción le pusimos a los mate­riales y acabados, así como al nuevo sistema de in­foentretenimiento, sin em­bargo la inversión en este departamento ha sido enor­me, creando un tablero más orientado al conductor que integra nuevas pantallas di­gitales, la más grande de 10.9 pulgadas, y confort al por mayor, para crear el Porsche más ambicioso de todos los tiempos.

 

 

TU ALIADO EN PAVIMENTO MOJADO

El Wet Mode del Porsche 911 de nueva generación es una de sus principales revolucio­nes. De primera mano se pue­de interpretar como un modo de manejo más para el vehícu­lo, pero va mucho más allá de ese concepto.

El punto de partida a través del cual esta tecnología se pone en funcionamiento está en el interior de las salpicade­ras delanteras, que incorporan sensores acústicos que detec­tan si el pavimento está moja­do y envían una advertencia al conductor, sugiriéndole que active el Wet Mode.

Por supuesto, quien se encuentre al volante del auto tendrá la ultima palabra sobre si desea activarlo o no, ya que en Porsche no quieren en nin­gún momento entrometerse en los deseos del conductor,  sin embargo, si lo activa, en­tonces comienzan los cambios en el nuevo 911.

 

 

Por ejemplo, el control de estabilidad se ajusta para evi­tar sobresaltos y se pasa más carga al eje delantero; ade­más, tanto las rejillas de venti­lación frontales como el alerón trasero se abren para mejorar la carga aerodinámica.

El Wet Mode además modifica la respuesta de la

 transmisión PDK de ocho velo­cidades de doble embrague, que actúa de una manera más defensiva para mejorar la res­puesta del auto en superficies mojadas.

El objetivo de esta tecnolo­gía es ofrecer los parámetros de seguridad y calidad de marcha al conductor como si el coche estuviera rodando sobre una superficie seca.

-Por Pablo Monroy





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