Raúl Zurita nueva vuelta a la tierra

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CIUDAD DE MÉXICO.

El poeta chileno Raúl Zurita se aferra, a sus 68 años, a la esperanza, a los sueños, al amor y al renacimiento; es decir, a la poesía, que para él significa todo esto. Afirma que “la poesía es la imagen del mañana” y confiesa que lo que más desea es ser amigo de la muerte.

A pesar de las dificultades de movimiento a las que lo enfrenta la enfermedad de Parkinson, que sufre desde hace 18 años, este hombre cálido y a la vez frágil, tímido y alegre, dice en entrevista con Excélsior que se siente emocionado “de cómo me voy volviendo a la tierra, encuentro en ello una cierta belleza. Cargo con mi dificultad, pero tengo amor y todavía me gusta la misma canción”.

De visita en México para promover el libro Un mar de piedras (FCE), editado por Héctor Hernández Montecinos, el vate que ha escrito, además de en el papel, en el cielo de Nueva York, en el desierto de Atacama y en las cordilleras de Chile, aclara que su propuesta lírica no ha cambiado, que sólo se ha ensanchado.

La poesía es la esperanza de lo que ya no tiene esperanza, la posibilidad de lo que ya no tiene absolutamente ninguna posibilidad, el amor de lo que carece de amor”, agrega el ingeniero civil que se enamoró de la palabra desde su infancia, cuando su abuela italiana le leía pasajes de la Divina comedia, de Dante Alighieri.

Si se va la poesía significa que desaparecen los sueños y sin sueños no duramos ni diez minutos vivos. La gran mayoría de las personas que se suicidan es porque no pueden vivir sin una imagen del mañana, la poesía es la imagen del mañana”, añade.

El autor de Purgatorio (1979) y Anteparaíso (1982) rechaza que sus exploraciones de unir la literatura con las artes visuales y la música busquen ir más allá de la palabra.

No es eso. Creo que nadie puede parcelar lo que necesita hacer. No he pretendido ampliar el espacio de la página. En la página se ha escrito La Divina comedia. Tratar de ampliarla es mucha pretensión. Pero si necesitas hacer algo, no puedes ser tú mismo el impedimento. Ya vendrán otros a ponértelo, pero no te lo pongas tú. Y si eso piensas, gira un poco en el cielo, observa y juégatela por hacerlo”, indica.

Con voz baja, casi susurrando, el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda 2016 habla del título Un mar de piedras, que revisa su vida y obra a través de 300 entrevistas publicadas en periódicos de Chile, Argentina, Perú, Ecuador, España y México, entre 1979 y 2017.

Para mí fue una sorpresa. El editor lo hizo todo. Soy yo el que hablo a través de las entrevistas, pero él las seleccionó. Yo no me metí para nada, no censuré nada. Siento que soy y no soy yo. Me ha gustado un montón”.

El volumen de 450 páginas echa luz sobre “el complejo y apasionante recorrido vital de Zurita, como escritor y como hombre profundamente comprometido con su época”, destaca Hernández Montecinos. Y se divide en los apartados Como un sueño, Un tal Zurita y Cielo abajo.

MUJERES Y RANCHERAS

Casado con Victoria Martínez Holger (1970-1973), Diamela Eltit (1974-1985), Amparo Mardones (1986-2001) y Paulina Wendt (2002-a la fecha), Zurita acepta que ha tenido suerte con las mujeres. “Pero no sé si ellas han tenido suerte conmigo. Sólo sé que el único amor que cuenta es el último. No el primero, sino el último”.

El Premio Nacional de Literatura 2000 dice que la persona que es hoy no está lejana del poeta apasionado que ingresó al Partido Comunista a los 17 años y que estuvo detenido durante 21 días en un buque anclado en Valparaíso, desde el 11 de septiembre de 1973. Episodio que marcó su vida y su obra.

Quien estuvo a punto de quedar ciego cuando se arrojó amoniaco puro en los ojos o desfigurado cuando marcó su rostro con un hierro candente, piensa que de mucho sirvieron sus largos años de militancia en la izquierda y combatir al gobierno militar chileno con desmesurados actos poéticos.

Aún creo que la gran esperanza es un renacimiento, y que este mundo va a renacer. Sueño con un mundo donde uno aporte de acuerdo a su capacidad y reciba de acuerdo a sus necesidades, eso es absolutamente vigente. Anhelo una pureza, una transparencia, que alguien de verdad lance la primera piedra. La imagen más alta de lo utopía es también la más desgarradora, la más inmortal: un mundo en paz”, detalla.

Sobre Chile, asegura que está “muy desilusionado” del rumbo que han tomado las cosas. “Apostamos por una sociedad basada en la solidaridad, en la compasión, en el amor. El capitalismo salvaje nos ha hecho batallar y hacer todo lo contrario”.

Y añade que, como todos los chilenos, quiere mucho a México. “Crecí escuchando música ranchera, porque todas las mujeres cuando salían a barrer la calle escuchaban en la radio la Hora de México. Me encanta esa música: Cuco Sánchez, Miguel Aceves Mejía, los boleros. Me siento siempre muy bien en este país”.

El escritor adelanta que está cerrando el ciclo de Purgatorio y que todavía le queda pendiente terminar el libro Un tal Zurita, “en el que daré testimonio del mundo que me tocó vivir, aunque no sé cuál será la escena final. La vida es clara, pero la muerte es el fin de la vida. Sólo espero que el tiempo tenga la cortesía de darme un par de años más, por si se me ocurre alguna cosa bonita”, concluye.





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