Repicar campanas

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Ante la comparación objetiva, real, de la lucha contra el cronómetro, la nadadora mexicana Liliana Ibáñez, de 27 años de edad, es la decimotercera del mundo en los 100 m nado libre en pileta corta.

Un racimo de argumentos históricos, razones de espectáculo, de atracción, económicos, la mayor audiencia en la televisión, la pluralidad de significados que proyecta el esfuerzo muscular, la energía, el arrojo y la inteligencia del competidor, la imagen tan poderosa de sus héroes que los coloca como arquetipos sociales, convierte a los protagonistas del atletismo y la natación en los dos poderosos pilares de los Juegos Olímpicos.

Sus astros son ubicuos a través del tiempo y del espacio: Paavo Nurmi, Johnny Weissmüller, Dawn Fraser, Janet Evans, Mark Spitz, Carl Lewis, Usain Bolt, Michael Phelps. Presentes por siempre y transformados en la memoria colectiva, por sus hazañas, en figuras legendarias. Símbolos de valor deportivo, social, de coraje, de superación; impregnan de orgullo el espíritu de los pueblos, dignos de ser imitados.

Los JO ocupan el más alto nivel en el campo agonal. Representan la cumbre, el vértice del cono, de todos los deportes. Hay otras competencias notables y nuevos deportes. Difícilmente hoy el hombre y la mujer no están vinculados o interesados en alguna prueba competitiva. El campo deportivo se ha ensanchado. Juegos regionales, campeonatos mundiales, Copas.

Las victorias, el éxito multifacético que no sólo lo da el triunfo, generan alegría.

El mes de noviembre en las piletas cortas de Tokio y Singapur se registró un gran acontecimiento de la natación mexicana que ayer se evaporó en el Campeonato Mundial de Curso Corto de Hangzhou, China. Tan sedientos de tener una figura de primer nivel…

Preste atención, amable lector. Las Copas Mundiales de la FINA no son, a decir verdad, del nivel de un Campeonato Mundial. En la Copa de Tokio, celebrada entre el 9 y el 11 de noviembre, la sprinter mexicana Liliana Ibañez ocupó dos décimos lugares en 50 m nado libre en 24.78 y en 100 m en 53.93.

Unos días después, en la Copa Mundial de Singapur, del 15 al 17 de noviembre, en gráfica de superación cronometró 25.56 y 53.19 en las mismas pruebas.

Ayer, en el Campeonato Mundial, con su último crono, 53.19, podría haberse colocado en la decimotercera posición. Es una competencia en curso corto, en estanque de 25 metros, al que acuden la casi totalidad de las luminarias de la natación.

El resultado final de 100 m nado libre fue: 1º. Ranomi Kromowidjojo Jo, Holanda, 51.14; 2º. Femke Heemskerk, Holanda, 51.60; 3º. Mallory Comerford, EU, 51.63; 4º. Michelle Coleman, Suecia, 52.24; 5º. Zhu Menghui, China, 52.40; 6º. Barbora Seemanová, R. Checa, 52.46; 7º. Lia Neal, EU, 52.50. 8º. Erin Gallagher, África del Sur, 53.14. 9º. María Kameneva, Rusia, 52.85; 10º. Federica Pellegrini, Italia, 52.86; 11º. Larissa Oliveira, Brasil, 52.98; 12º. Anika Apostalon, R. Checa, 53.14 (13º el comparativo de Liliana Ibáñez, 53.19); 13º. Tomomi Aoki, Japón, 53.27. En la competencia intervinieron 95 nadadoras de los cinco continentes.

Hay en Liliana Ibáñez un alto valor. No asistió porque no fue inscrita, pero su crono revela un gran nivel. La calidad de las competencias, incluso la olímpica, fluctúa. No entremos en especulaciones, si su crono pudo mejorarlo o subirlo, es harina de otro costal. Su tiempo en Singapur refleja su talento.

Por analogía, en otros deportes, por mucho menos, se hace un escándalo. Lo de ayer en el Mundial de Hangzhou permite que hoy repiquemos las campanas. Liliana Ibáñez es un talento de nivel mundial.

 





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