Sentencia mortal al escritor británico Salman Rushdie cumple 30 años

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Rushdie (1947) también es autor de Hijos de la medianoche y El último suspiro del moro. Foto: Reuters

PARÍS.

 El 14 de febrero de 1989, el ayatolá Jomeini, líder supremo de la Revolución Islámica iraní, condenó a muerte al escritor británico Salman Rushdie por una novela acusada de ridiculizar el Corán y a Mahoma, Los versos satánicos.

En una fatwa (decreto religioso), el imán pide a “todos los musulmanes devotos” que ejecuten al autor del libro, a los editores y a “los que conocen su contenido”, “para que nadie insulte a las santidades islámicas”.

Se ofrece una alta recompensa por la muerte del escritor. Rushdie se esconde, es protegido por guardaespaldas. Los primeros seis meses, cambia de hogar 56 veces.

El caso arranca en septiembre de 1988 con la publicación de esta obra de ficción por un editor británico. Rushdie relata las aventuras picarescas de dos indios, “muertos” en un atentado terrorista contra su avión, pero que llegan salvos a una playa inglesa y se mezclan con los inmigrantes de Londres, en pleno periodo de Margaret Thatcher, en los años 80.

Es sobre todo una novela sobre el desarraigo del inmigrante. Tan pronto como apareció, una ola de indignación se propagó por el mundo musulmán. Es el segundo capítulo (unas pocas decenas de páginas) el que provoca el escándalo. En él, el personaje vagamente ridículo del profeta Mahound, alusión al fundador del Islam, Mahoma, predica la creencia en deidades distintas de Alá, antes de reconocer su error.

En India, en octubre, el primer ministro Rajiv Gandhi prohíbe el libro, con la esperanza de recuperar votos musulmanes en las elecciones legislativas. Le siguen unos veinte países. En enero de 1989 se queman copias en la plaza pública de Bradford, en el norte de Inglaterra.

Su publicación en EU acelera pasiones. Autores como Susan Sontag o Tom Wolfe participan en lecturas públicas.  En Pakistán, miles de personas atacan el Centro Cultural Estadunidense de Islamabad, al grito de “perros americanos” y “¡cuelguen a Rushdie!”. La policía dispara: cinco muertos.

 

Luto en Turquía

 

Londres y Teherán rompieron relaciones casi dos años. El 2 de marzo, 700 intelectuales de todo el planeta apoyan la libertad de expresión de Rushdie.  Jomeini muere en junio. Rushdie da explicaciones al año siguiente en un ensayo titulado De buena fe. Pero la ira no se apaga.

En 1991, cuando Rushdie reapareció en público, el traductor japonés es apuñalado y sus homólogos italianos y noruegos atacados.  Dos años después, 37 personas mueren en el incendio de su hotel en Turquía por manifestantes contra el traductor turco, que sobrevive. En 1998, el gobierno iraní del presidente reformista Mohamed Jatamí promete que Irán no aplicará el decreto. Pero en 2005 el líder supremo Alí Jamenei afirma que matar a Rushdie sigue estando permitido.

En 2016, medios de comunicación iraníes agregan 600 mil dólares a la recompensa por la cabeza del escritor, elevándola a más de tres millones de dólares.

Rushdie, de 71 años, neoyorquino, ha vuelto a una vida más o menos normal, a la vez que defiende la sátira y la irreverencia en sus libros.

 

cva

 





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