LOS ÁNGELES.
Así como Green Book muestra al personaje de Viggo Mortensen recorriendo el sur de Estados Unidos junto al de Mahershala Ali, en realidad el actor también es un viajero: este año desfiló, entre otras, por la alfombra roja del Festival Internacional de Toronto, donde fue el estreno mundial del filme —elegido por el público como Mejor Película—, y en la del Festival Internacional de Cine de Zurich.
“El director de Green Book, Peter Farrelly, me contó que en Toronto era la primera vez que él pasaba por un festival de cine. ¡Y ya no pudimos parar! (risas). No lo podía creer. Creo que estuve siete u ocho veces en Toronto con muy buenas producciones, y abrir un festival como Zúrich fue espectacular.”.
Debido a tantos viajes, Viggo no está mucho tiempo en casa y, por ello, para comunicarse prefiere la forma antigua: escribir cartas o postales, como sucede en la película.
“Yo mando postales casi todos los días. Quiero mantener vivo el sistema de correos. (…) Me gusta escribir. Es maravilloso. Y es genial recibir algo escrito a mano por alguien. Tiene algo personal, como si la persona estuviera viva… porque nadie sabe con un email, lo pudo haber enviado otra persona”.
¿Cuándo fue la última vez que escribiste una carta de amor, como en el cine?, se le pregunta.
Soy muy cabeza dura y sigo escribiendo cartas de amor. Por suerte tengo alguien a quien mandárselas y soy feliz de hacerlo. También le mando cartas de amor a mi hijo. Él recibe muchas postales, no sé qué hace con ellas, pues son demasiadas, pero sí, a veces son estupideces, como una simple frase”, explica.
Más allá del premio que se llevó Green Book en Toronto, ya se habla del Oscar por su transformación en un típico italiano de los años 60.
“Es raro en Hollywood disfrutar un rodaje tan divertido como el que tuvimos, así como es muy raro conseguir una película tan buena como ésta. Y lo divertido para mí siempre es el primer paso, que yo llamo ‘recaudar información’. Es algo que me divierte, no importa la película que sea.
“Me gusta recorrer todas las direcciones. Hasta que empiezo un rodaje apuesto a todo y puedo hacer lo que quiera. Puedo llegar a leer algo en las noticias que me dé una idea distinta o incluso encontrándome a alguien por la calle. Me la paso escribiendo borradores y lleno cajas y cajas de basura. No todo es basura, pero son cosas que llenan mi mente, son como balas que luego dejo a un costado.
Esta vez tuve mucha ayuda de la verdadera familia de mi personaje, los Vallelonga. Todas las ideas que tuve se sumaron con los verdaderos italianos que estuvieron con nosotros todos los días, con sus diálogos, su forma de hablar, sus costumbres, su forma de ser”, señala.
Sobre si al leer el guion se imaginó cómo se le ve en la cinta, Mortensen dice que se sintió nervioso al aparecer como italiano.
Tengo que ser honesto. Cuando leí el guion me puso nervioso aparecer como italiano. Nací en Nueva York y nunca había interpretado a alguien nacido ahí, eso me había tentado, pero me preocupaba actuar como un italoamericano. No lo soy, y sé muy bien que hay actores italoamericanos muy buenos, con actuaciones de cine legendarias. No sabía si podía llegar a ese nivel, pero el director me tuvo fe. Y todos teníamos que hacer estas caracterizaciones; ninguno es como se ve en el cine”, añade.
Al hablar sobre que los actores siempre encuentran algo de ellos en sus personajes, apunta que es algo de lo que no se puede escapar.
“Siempre voy a ser yo, es mi cuerpo, mi voz, está todo ahí. No me puedo escapar. Pero también tengo que crear al personaje. Y esta vez fue una persona de verdad, aunque también era un personaje muy divertido. Ahí es donde me sirvió la ayuda de los Villalonga. Nos ayudaron a preparar nuestros roles, incluso nos dieron objetos para usar, joyas, como el collar que uso en la película, que era de Tony Lip. Ellos también aparecen en el filme. Nick interpreta a Augie, el hermano; Frank aparece como el Tío Rudy, mi hermano. Y el tío Rudy, el verdadero, tuvo el rol de mi padre. Fue maravilloso”.
¿Qué tan diferente es imaginar una cinta al leer un guion y ver la versión terminada, con público, en una sala?
“Leer el guion fue un placer tan grande como ver la película terminada. Ya la vi varias veces. El Festival de Toronto fue la primera vez que la vi con público, terminada y perfecta. Y el guion lo leí varias veces, porque me encantó. Me hizo reír, me emocionó y me sorprendió lo bien construido que estaba todo, totalmente impredecible con la dinámica entre las relaciones humanas”.
Viggo explica que lo que le gustó del guion es que “pone todo de cabeza en una forma muy subliminal, cuando básicamente es un filme sobre gente diferente que se lleva bien, aunque no hubiera sido así si no se hubieran conocido”.
“Te muestra la forma en que la gente se entiende, con sólo pasar un poco de tiempo juntos. Eso sólo es una buena historia. Y es increíble que nadie tenga el monopolio para contar historias así, que habla tan bien de nuestra sociedad. Cuando terminas de leer el guion, de la misma forma que la gente reacciona al verla en cine, terminas sintiéndote bien por la gente. Eso es lo que yo pude ver en la cara de los espectadores”.
Inspirada en una historia verdadera de los 60, Mortensen interpreta al típico italiano de Nueva York en la época en que la mafia aún se imponía como forma de vida, aunque su personaje se mantiene alejado del crimen, más allá de los puños que usa como su única arma, en el momento en que se encarga de cuidar el orden de uno de los más famosos night clubs del lugar.
Pero Green Book empieza cuando ese club es clausurado —por su culpa— y se embarca en la aventura como chofer y guardia personal de un pianista negro que va de gira por el sur más conservador y racista de EU.
Para finalizar, considera que hacer una historia así es complicado. “Cuando se ve parece fácil, pero es muy difícil escribir una historia como Green Book y es aún más difícil dirigirla bien en cine. Por eso no puedo estar todavía más impresionado y feliz con los resultados”.
hch