2019: el compromiso de cuidar la casa común 2018/12/25

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25 de Diciembre de 2018

Además, va que vuela para ser el cuarto año más caluroso registrado de acuerdo con la Organización Meteorológica Mundial.

No sólo eso. En el Ártico, las temperaturas se han elevado cuatro veces más rápido que en el resto del mundo, lo cual provoca disminución del hielo marino y, por lo tanto, la Administración Oceánica y Atmosférica advierte que éste ya es el segundo año más cálido registrado desde 1900.

Ahí no para el peligro para el Ártico. En 2018, empresas petroleras continuaron las pruebas sísmicas en la búsqueda de crudo y gas natural. Las ondas sonoras provocadas por las detonaciones ponen en riesgo a la fauna marina. Para los especialistas, estas acciones son una sentencia de muerte para ese hábitat. 

Conforme avanzaron los meses, el panorama no aclaró. En octubre pasado, el Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de Naciones Unidas lanzó una alerta: la humanidad tiene menos de 12 años para recortar drásticamente las emisiones de GEI y así evitar una catástrofe climática.

El planeta y toda la vida que alberga están muy cerca de un daño irreversible.

Lo peor. Parece importar poco a algunos jefes de Estado, quienes están más interesados en continuar carbonizando las economías de sus naciones en lugar de hacer lo contrario.

Porque siguen atados al pasado y su negacionismo les impide ver los daños que provocan la explotación y quema de hidrocarburos. Esto no puede ni debe seguir siendo el motor de desarrollo de un país, más cuando hay un ultimátum climático.

Sequía, inundaciones y calor extremo están enfermando y llevando a la pobreza a millones de personas. Los desplazados ya se cuentan por miles y se prevé que sean millones.

Esos negacionistas no se dan cuenta de que cada fracción de un grado de elevación de la temperatura impacta la salud de las personas, vulnera el acceso a alimentos y agua potable. No sólo eso, se acelera el camino de la extinción de especies animales y de plantas.

En contraste, unas cuantas naciones, tanto en desarrollo como industrializadas, están tomando muy en serio los impactos del cambio climático.

Por lo mismo, han implementado acciones efectivas para acelerar su descarbonización: inversión y uso de energías renovables, levantamiento de infraestructuras sostenibles y respetuosas de los distintos ecosistemas y construcción de sociedades resilientes.

Si a partir de 2019 y hasta 2030 los Estados firmantes del Acuerdo de París no logran hacer mayores recortes de las emisiones de GEI, la temperatura rebasará 1.5 grados centígrados y, consecuentemente, se agravarán los fenómenos climatológicos.

Del lado de la claridad, este 2018 ha sido el año de la concientización sobre la contaminación plástica.

Los esfuerzos globales se centraron en campañas y elaboración de leyes para abordar de manera eficaz la problemática de los plásticos de un solo uso que asfixian mares y suelos y matan animales.

Afortunadamente, en este tema hay eco. El reporte Límites legales sobre plásticos y microplásticos de un solo uso —único en su tipo—, publicado a principios de este mes, ofrece un panorama sobre los instrumentos de política pública y el progreso de las naciones que ya regulan la fabricación, venta, uso y eliminación de este tipo de plásticos.

El Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente y el Instituto de Recursos Mundiales, encargados del documento, se dieron a la tarea de encuestar a 127 países y de entre los resultados arrojados destacan: 66% ha implementado algún tipo de política para regular las bolsas de plástico, 27 naciones aplican un impuesto a la producción y 30 cobran una tarifa a los consumidores que desean usarlas.

Otros 27 países adoptaron legislaciones de prohibición o restricción de plásticos de un solo uso, como popotes, botellas, platos, vasos y cubiertos.

También hay naciones que ofrecen incentivos económicos, como pago de algún servicio público, por la devolución de utensilios plásticos.

Cada vez hay más máquinas que reciben botellas de agua y a cambio devuelven un boleto para el subterráneo.

Sin embargo, en esta materia, México está rezagado. Los esfuerzos por tener leyes que prohíban o restrinjan los plásticos de un solo uso son locales y poquísimos son los estados que hacen algo al respecto.

A los legisladores y autoridades no les ha caído el veinte de que el compromiso de cuidar nuestra casa común es de todos.

Hoy más que nunca necesitamos verdaderos líderes con visión sostenible para recuperar los valores y los grandes objetivos de la protección del ambiente.

Llegó el tiempo de descartar, así como el plástico de un solo uso, a aquellos con delirio de grandeza y mentalidad contaminada.





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