Catrinas, la muerte y morir

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03 de Noviembre de 2018

La calaca me pela los dientes

                Dicho popular

 

Querido viejo: en esta semana se han celebrado los días dedicados tradicionalmente a los difuntos, pero como bien sabemos, los mexicanos tenemos una visión muy especial de la muerte, por eso en todas las ciudades hemos visto los desfiles por demás coloridos y alegres de las calaveras, las calacas, los esqueletos vestidos con los más estrafalarios atuendos y por supuesto, hemos visto a las Catrinas, recuerdo de aquellos grabados de José
Guadalupe Posada
que luego fueron repetidos por Diego Rivera en el mural Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central.

El hecho es que las Catrinas y demás muertos vivientes son una forma como los mexicanos queremos burlarnos de la muerte; tanto en las culturas precortesianas como en las culturas coloniales, la muerte está siempre presente, pero no sabemos qué es, no sabemos cómo tratarla, no sabemos cómo enfrentarla, y decidimos vestirla de colores, hacer altares de ofrendas a los muertos que son simplemente una forma de olvidar y recordar al mismo tiempo a los seres queridos que ya no están. Por eso en muchos panteones del país el Día de Muertos es un día de fiesta, en el que las familias de los sepultados conviven con ellos, les llevan alimentos, comida, alcohol, incluso, y pasan la noche como si estuvieran en el comedor de su casa.

La muerte está viva en la mente de los mexicanos.

Pero, por otro lado, la muerte es una realidad social que no podemos evitar; siempre se ha lamentado la muerte violenta de quien sufre una agresión y es asesinado, y tú recuerdas bien, querido viejo, que por muchos años, la llamada “nota roja” del periódico era relegada a la parte final del diario y escuetamente se señalaba: “murió un señor herido de bala”, o “robaron la casa de la señora tal”. Pero ahora, la muerte está en la primera plana de todos los diarios del país y todos los noticieros; lamentablemente hemos sido incapaces de evitar la violencia y la inseguridad en la calle, la escuela, la casa, los comercios, incluso en la iglesia, y los reportes de violencia son de tal manera frecuentes y dramáticos, que hemos llegado a saturar la mente y consideramos “normal” que en esta semana “sólo fueran asesinadas 150 personas”. La muerte está entre nosotros a todas horas.

Tú, querido viejo, como yo, seguramente piensas en la muerte y has pensado en ella al recordar a tus seres queridos que ya no están; y al hacer el recuento, vienen a tu mente los seres queridos de la familia que ya partieron, los amigos y compañeros de infancia y de la escuela que se te han adelantado y los muchos que aparecen en los diarios y en las noticias de radio y televisión, que estoy seguro que en más de una ocasión te han impactado profundamente.

Y al recordar a quienes ya partieron, podrás pensar en cómo fue que murieron, porque algunos dejaron este planeta después de una vida larga, agradable, productiva y feliz, rodeados de sus familiares y amigos, pero otros murieron como consecuencia de un accidente o de una enfermedad grave y dolorosa, y sus últimos días fueron muy tristes.

Y al pensar en los que se fueron, inevitablemente pensarás en ti, porque teniendo la edad que tienes, estás, –estamos todos– cada vez más cercanos al día de la muerte.

Y entonces es cuando debemos reflexionar sobre dos cosas: la primera: la salud; ¿qué tanto cuidamos la salud para prevenir y evitar enfermedades?, ¿qué tanto cuidamos nuestra alimentación, nuestro ejercicio, nuestro sueño, para seguir viviendo sanos?

Y la segunda será: ¿cómo quieres morir?, ¿quieres que te lleven a un hospital o quieres quedarte en casa rodeado de los tuyos?, ¿quieres que haya velorio y misas por 30 días?, ¿quieres que te incineren y esparzan tus cenizas en algún lugar preferido?; todas estas decisiones las debes tomar desde ahora y platicar e incluso dejar por escrito tu decisión.

Y no olvides el testamento, bien hecho, bien redactado, bien firmado, que evitará problemas cuando ya te hayas ido.
 

                Médico y escritor

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                Facebook Bien y de Buenas Rafael Álvarez Cordero

 





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