Rafael Álvarez Cordero – Dame tu mano

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06 de Abril de 2019

 

Tu mano calienta mi corazón.

T Oh

Mi querido viejo: creo que todos hemos experimentado esa sensación de aislamiento, de abandono, de soledad, cuando se ha presentado un problema, un accidente, una grave enfermedad, o la muerte.

Esa sensación la hemos visto incluso en los animales, que se congregan alrededor de uno de los suyos, herido o muerto y, por decirlo así, tienen un duelo en manada; los ejemplos son múltiples.

Pero, ¿qué pasa cuando tienes un pariente o un ser muy querido que está en un momento difícil?, ¿qué haces al visitarlo y acompañarlo?, extiendes tu mano y la acercas a la suya, o acaricias su cabeza, y aún sin palabras le expresas todo lo que sientes.

El calor de la mano es algo especial y maravilloso. Aunque esté la mano fría, el contacto es cálido, al apretar la mano del amigo se transmiten millones de sensaciones que van más allá de las palabras y de las razones; la mano transmite afecto, cariño, comprensión, apoyo, consuelo, amor.

Seguramente cuando fuiste más joven pudiste acercarte a tu viejo y no sólo darle la mano, sino tomar sus manos en las tuyas y apretarlas como si quisieras transmitir todos tus sentimientos, ya que nuestros viejos hicieron de nosotros lo que somos, y siempre estaremos en deuda, deuda que nosotros pagamos educando y amando a nuestros hijos.

Querido viejo: a tus años, esas manos que construyeron tu vida, esas manos con las que labraste tu historia, esas manos con las que abrazaste a tu compañera de la vida, manos con las que escribiste un poema, tocaste una melodía o compartiste una manzana deliciosa, están ahora más delgadas, los nudillos se ven más prominentes, las arrugas surcan los dedos y las líneas de la mano –que algún día usaste para jugar a adivinar el futuro– son más marcadas.

Es momento de dar gracias por tus manos, que usaste para señalar al cielo, para admirar a la mujer amada, o acompañar a tu voz en los momentos más emocionantes.

Esas manos que usaste para consolar a aquel amigo que perdió a un ser querido, que usaste para levantar a ese compañero que había caído, y para aplaudir los éxitos de uno de tus hijos, siguen siendo un tesoro que debes cuidar, y aunque estés viejo, las seguirás usando para saludar, para aplaudir, para aconsejar, para compartir tantas y tantas cosas que tiene la vida.

Cuida tus manos, querido viejo, sabes que son únicas, irrepetibles, que cada ser humano tiene las manos únicas y que aún las huellas digitales son distintas en todos los seres humanos del mundo.

 Algo que a veces olvidamos es el ejercicio de las manos, porque es posible que te hayas dado cuenta de que tus manos son débiles, que los músculos se han adelgazado, y que no tienes la fuerza que tuviste en otras épocas.

Ejercita tus manos con una pelota de hule y permanecerán firmes y vigorosas, tanto al saludar a ese amigo que creías perdido, como al acariciar a tu nieto recién nacido.

Y si tienes dolores o limitaciones en los dedos, recuerda que hay medicamentos que pueden ayudar a que tus manos sigan siendo útiles. Tus manos son muy valiosas, cuídalas siempre.

Y si vives con la compañera de tu vida, no olvides tomar sus manos entre las tuyas, todos los días, a todas horas. Ésa es la mejor manera de calentar su corazón.

 

Facebook: Bien y de Buenas Rafael Álvarez Cordero

 





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