14 de Enero de 2019
Encontré un escrito del sociólogo venezolano Ociel Alí López, publicado por el portal uruguayo Correspondencia de Prensa, ligado a la Cuarta Internacional, que resulta sumamente aleccionador. Lo escribió unos días antes de la toma de posesión de Maduro.
Cito textualmente: “Nicolás Maduro tomará posesión de su segundo mandato en una situación paradójica. Resultó elegido, pero sin competencia en la arena electoral y política. Su partido maneja 20 de las 24 gobernaciones (estados), 310 de las 335 alcaldías y la totalidad de la Asamblea Constituyente. Además, el Plan de Recuperación Económica que encaminara semanas antes de su triunfo electoral del 20 de mayo se ha disuelto sin resultados tangibles de mejoría. La hiperinflación, la caída del PIB y el resto de los indicadores económicos muestran que el empeoramiento del país no parece haberse detenido después de cuatro meses de ejecución. Así, Maduro llega nuevamente al gobierno sin mucho que plantear, debido a que su principal ofrecimiento electoral, un programa para la recuperación económica, fracasó entre la elección del 20 de mayo y su toma de posesión. Esto lo deja sin capacidad de producir expectativas de que pueda controlar la caótica situación económica en el sexenio próximo”.
Alí continúa explicando la debilidad de la oposición interna a Maduro, dividida en muchas facciones de izquierdas y derechas, y marcada por la dura ofensiva emprendida por el gobierno venezolano contra cualquier expresión de disidencia. La represión, el encarcelamiento, el exilio, la expulsión social y la muerte le han servido a Maduro para desgastar y debilitar las expresiones opositoras en el país.
El sociólogo venezolano explica, también, cómo la comunidad internacional no logra ponerse de acuerdo en qué hacer frente a la grave crisis social, política y económica de esa nación. Mientras el Grupo de Lima (con la excepción de México) y la Organización de los Estados Americanos (OEA) desconocen el nuevo periodo de gobierno de Maduro y su elección, la Unión Europea no logra definir una posición conjunta sobre el caso, debido al deseo de España por estimular algún tipo de diálogo con Venezuela.
Una de las diferencias centrales entre el Grupo de Lima/OEA y la Unión Europea es producto de la urgencia económica. Más de dos millones de refugiados venezolanos repartidos entre Brasil, Ecuador, Colombia y Perú, principalmente, están generando un grave problema presupuestal y social en los países receptores de la migración venezolana. Europa tiene otras prioridades en materia migratoria, relacionadas con África y Medio Oriente.
Hay lecciones tentativas que se pueden extraer de la situación venezolana. En primer lugar, que aun detentando todo el poder y controlando todos los órganos del Estado nacional, es posible que un gobierno absoluto sea rebasado por una situación económica mal administrada, transformándola rápidamente en una crisis social y política de grandes dimensiones y con consecuencias imprevisibles. La experiencia venezolana es insólita: solitos, sin compartir el poder con algún opositor, se están cortando la yugular de la nación y desangrándola sin piedad.
En segundo lugar, ante una situación tan apremiante, la oposición ha sido incapaz de crear un frente políticamente plural, de espíritu democrático y socialmente unificado para ofrecer un camino de salida a la crisis.
Por último, la comunidad internacional ha quedado atrapada entre el seguidismo al son que le toca el régimen, en un extremo y afanes de cambio sin eficacia en otro. Todo un circo de inoperancia de los organismos multilaterales.
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