Sacan a mimos de las sombras

0
468


REGALO A LOS LECTORES. A las primeras tres personas que envíen un correo a [email protected] y lleven esta nota a la presentación del libro, el autor les obsequiará un ejemplar. Foto: Héctor López

 

CIUDAD DE MÉXICO.

El arte de la pantomima acabó olvidado en México. “En los años 60 y 70 tuvo mucho impulso y su auge duró hasta mediados de los 80; lamentablemente se perdió la costumbre, el gusto y el interés de las instituciones por defender al mimo”, dice el histrión Humberto Ibarra.

Todo empezó luego de que el célebre mimo francés Marcel Marceau visitó México y un grupo de artistas,  representados por el INBA, le pidió que se quedara a enseñar su arte en el país o, en su caso, que recomendara un maestro. El elegido fue Alejandro Jodorowsky “a quien todos recordamos por sus películas, por su teatro, pero no sabemos que fue el padre de la pantomima en México”.

Por el taller del chileno pasaron alumnos como Héctor Ortega, Humberto Huerta o Juan Gabriel Moreno, este último acabaría convirtiéndose en uno de los principales mimos de México: “si Jodorowsky es el padre de la pantomima, Moreno es el hijo de este arte en México. A finales de los 70 teníamos grandes compañías y muchos artistas”, señala Ibarra.

Con el fin de volver visible al mimo en México otra vez, Ibarra ha coordinado uno de los escasos trabajos editoriales que existen en el país sobre este arte. Con apoyo de la Secretaría de Cultura capitalina aparece Mimos de México. Homenaje a Juan Gabriel Moreno, libro que recopila la semblanza de 41 mimos, algunos ya fallecidos, que han escrito la historia moderna de este arte en el país y que pondera la importancia de la Carpa Geodésica como “la peña de los mimos”.

El mimo debe expresar con su cuerpo, hablar con su cuerpo; el mimo no es un lenguaje de sordos y mudos. Cuando vemos un mimo en la calle que hace una pared imaginaria sólo con las manos, eso no es un mimo; en el mimo es todo el cuerpo el que participa. El mimo es síntesis, el público no es tonto, es síntesis de movimiento, es hablar con todo el cuerpo. Cuando un mimo recoge una flor va al piso todo el cuerpo y el pecho es el que la arranca, la huele, es fundamentalmente un trabajo corporal”, dice el también director de la compañía Imaginerías.

Por desgracia, lamenta, el trabajo corporal se ha desvirtuado y hoy tiene más auge el teatro cabaret o el clown, “Cualquier joven, por manejar tres pelotitas o hacer veinte saltos mortales, que yo no puedo hacer, ya se cree cirquero, pero realmente falta lo básico para cualquier actividad escénica que es el entrenamiento del cuerpo. Para mí, si no hay un entrenamiento corporal, no hay mimo, es un control del cuerpo, el saber qué quieres hacer con el cuerpo, cómo sucederá ese encuentro, esa sorpresa. Sin entrenamiento corporal no hay artes escénicas”, agrega.

El libro de Ibarra funciona como una especie de agenda para contactar a los mimos. Incluye semblanzas como la del propio Moreno, de actores como Rubén Herrera, Nora Manneck y el ya fallecido Frederik Vanmelle (ambos llegados a México en 1978), Rafael Pimentel, Alberto Stanley o Alfonso Virchez.

A Marceau se le debe agradecer eternamente la gran difusión que hizo del mimo, pero también lo estereotipó: si no tienes la cara blanca, no eres mimo; o si tienes la cara blanca, ya eres mimo. El mimo contemporáneo puede estar incluso sin la cara blanca”, dice Ibarra.

Y a pesar de su abandono, agrega, “es un arte vivo, tenemos mimos en varias ciudades. En Monterrey, en Torreón, en Playa del Carmen. En la Ciudad de México hay 30, pero de todos modos es una de las artes abandonadas. Existen en las becas del Fonca áreas de cabaret, de clown, pero no de mimo”.

Ibarra y otros mimos planean organizar en 2019 el primer festival internacional de pantomima.

¿DÓNDE Y CUÁNDO?

Mimos de México, de Humberto Ibarra, se presenta mañana, a las 18:00 horas, en el Museo de la Ciudad de México (ubicado en calle Pino Suárez 30, Centro Histórico.

 

cva





Source link